Página 311 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 54—El mensaje del tercer ángel
Cuando Cristo entró en el lugar santísimo del santuario celestial
para realizar la obra final de la expiación, encomendó a sus siervos
el último mensaje de misericordia que habría de darse al mundo. Esa
es la advertencia del tercer ángel de
Apocalipsis 14
. Inmediatamente
después de esa proclamación el profeta ve al Hijo del hombre que
viene en gloria para segar la mies de la tierra.
Tal como fue predicho en las Escrituras, el ministerio de Cristo
en el lugar santísimo comenzó al final de los días proféticos en 1844.
A ese momento se aplican las palabras del revelador: “El templo
de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el
templo”.
Apocalipsis 11:19
. El arca del testamento de Dios está
en el segundo compartimento del santuario. Cuando Cristo entró
allí, para oficiar en favor de los pecadores, el templo interior fue
abierto, y el arca de Dios quedó a la vista. La majestad y el poder de
Dios fueron revelados a quienes por la fe contemplaban al Salvador
mientras llevaba a cabo su obra de intercesión. Cuando la estela de
su gloria llenaba el templo, una luz procedente del lugar santísimo
se esparció sobre su pueblo que aguardaba en la tierra.
Habían seguido por fe a su Sumo Sacerdote desde el lugar san-
to hasta el lugar santísimo, y lo vieron invocando su sangre para
suplicar ante el arca de Dios. Dentro de esa arca sagrada está la
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ley, que fue promulgada por el Señor mismo entre los truenos del
Sinaí, y fue escrita con su propio dedo en tablas de piedra. Ni un
solo mandamiento ha sido anulado; ni una jota ni un tilde han sido
cambiados. Cuando el Altísimo dio a Moisés la copia de su ley,
conservó el gran original en el santuario de arriba. Al examinar
sus santos preceptos, los buscadores de la verdad encontraron en
el mismo seno del Decálogo el cuarto mandamiento, tal como fue
proclamado en un principio: “Acuérdate del día de reposo [sábado]
para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el
séptimo día es reposo [sábado] para Jehová tu Dios; no hagas en él
obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu
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