Página 319 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 56—Los engaños de Satanás
Satanás comenzó con sus engaños en el Edén. Dijo a Eva: “No
moriréis”. Esa fue su primera lección acerca de la inmortalidad del
alma, y ha continuado difundiendo ese engaño desde entonces hasta
hoy, y seguirá haciéndolo hasta que termine el cautiverio de los hijos
de Dios. Se me señaló a Adán y Eva en el Edén. Comieron del
árbol prohibido, y entonces la espada de fuego fue puesta en torno
del árbol de la vida, y fueron expulsados del huerto para que no
comieran de ese árbol y llegaran a ser pecadores inmortales. Ese
fruto debía perpetuar la inmortalidad. Oí que un ángel preguntaba:
“¿Qué miembro de la familia de Adán ha pasado a través de la
espada de fuego y ha comido del árbol de la vida?” Oí que otro ángel
contestaba: “Ni uno solo de los miembros de la familia de Adán ha
pasado a través de esa espada de fuego ni ha comido del fruto de
aquel árbol; por lo tanto no hay un solo pecador inmortal”. El alma
que pecare, morirá de muerte eterna, una muerte en la cual no hay
esperanza de resurrección; y entonces la ira de Dios se apaciguará.
Me asombraba que Satanás pudiera tener tanto éxito e hiciese
creer a los hombres que las palabras de Dios que dicen: “El alma
que pecare, esa morirá” (
Ezequiel 18:4
), significan que el alma que
pecare no morirá, sino que vivirá eternamente sometida a tormentos.
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Dijo el ángel: “La vida es vida, ya sea que se la viva en medio del
dolor o de la felicidad. En la muerte no hay dolor, ni gozo ni odio”.
Satanás ordenó a sus ángeles que hicieran un esfuerzo especial
para difundir la mentira que fue dicha por primera vez a Eva en
el Edén: “No moriréis”. Y como la gente aceptó ese error, y fue
inducida a creer que el hombre es inmortal, Satanás le hizo creer
además que el pecador habría de vivir sometido a tormentos eternos.
Entonces quedó preparado el camino para que el enemigo obrara
por medio de sus representantes y presentase a Dios ante la gente
como un tirano vengativo, que sumerge en el infierno a todos los que
no le agradan, y les hace sentir eternamente su ira; y que mientras
sufren indecible angustia y se retuercen en medio de las llamas
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