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La Historia de la Redención
eternas, los mira con satisfacción. Satanás sabía que si se aceptaba
ese error, muchos odiarían a Dios en vez de amarlo y adorarlo, y
que muchos serían inducidos a creer que las amonestaciones de la
Palabra de Dios no se cumplirían literalmente, porque sería contrario
a su carácter bondadoso y amante arrojar al tormento eterno a los
seres que creó.
Otra idea extremista que Satanás ha logrado que la gente adopte
es la de pasar por alto totalmente la justicia de Dios y las advertencias
de su Palabra, para presentarlo lleno de misericordia, de manera que
finalmente nadie perezca, sino que todos, santos y pecadores, se
salven en su reino.
Como consecuencia de los errores populares acerca de la in-
mortalidad del alma y el infierno eterno, Satanás se aprovecha de
otra clase de gente y la induce a creer que la Biblia no es un libro
inspirado. Creen que enseña muchas cosas buenas; pero no pueden
confiar en ella ni amarla, porque se les ha enseñado que presenta la
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doctrina del tormento eterno.
A otra clase de gente Satanás la lleva aún más lejos: a negar
la existencia de Dios. Les parece que no hay compatibilidad entre
el carácter del Dios de la Biblia y el hecho de que inflija horribles
torturas por toda la eternidad a una porción de la familia humana.
Por lo tanto rechazan la Biblia y a su Autor, y consideran que la
muerte es un sueño eterno.
Hay todavía otra clase de seres humanos temerosa y tímida. Sa-
tanás los induce a cometer pecados, y después insiste en que la paga
del pecado no es muerte, sino vida en medio de horribles tormentos
que tendrán que soportar por los siglos sin fin de la eternidad. Al
magnificar así ante sus débiles inteligencias los horrores de un in-
fierno inacabable, se posesiona de sus mentes y entonces pierden la
razón. A continuación el enemigo y sus ángeles se regocijan, y el
incrédulo y el ateo se unen para cubrir de oprobio al cristianismo.
Sostienen que esos males son resultados lógicos de creer en la Bi-
blia y en su Autor, cuando son la consecuencia de aceptar errores
populares.