Página 325 - La Historia de la Redenci

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El espiritismo
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considera una fábula de la Edad Media. Pero el espiritismo, ese en-
gaño colosal cuyos conversos se cuentan por centenares de miles, e
incluso de millones, que ha incursionado en los círculos científicos,
que ha invadido las iglesias, que ha sido recibido en los cuerpos
legislativos e incluso en las cortes de los reyes, es sólo un reaviva-
miento, con un nuevo disfraz, de la hechicería condenada y prohibida
en la antigüedad.
Satanás seduce a los hombres hoy, como lo hizo con Eva en el
Edén, mediante el deseo de obtener conocimiento prohibido. “Seréis
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como Dios -dijo-, sabiendo el bien y el mal”.
Génesis 3:5
. Pero la
sabiduría que imparte el espiritismo es la que describe el apóstol San-
tiago, “que [no] desciende de lo alto... terrenal, animal, diabólica”.
Santiago 3:15
.
El príncipe de las tinieblas tiene una mente maestra, y adapta
con habilidad sus tentaciones a los hombres de acuerdo con sus
diversas condiciones y su nivel cultural. Obra “con todo engaño de
iniquidad” (
2 Tesalonicenses 2:10
) para dominar a los hijos de los
hombres, pero sólo puede conseguir sus fines si ellos se entregan
voluntariamente a sus tentaciones. Los que se someten a su poder
mediante la complacencia de sus malos rasgos de carácter, no se dan
cuenta adónde los va a llevar su conducta. El tentador logra su ruina,
y entonces los utiliza para arruinar a otros.
Nadie necesita ser engañado
Pero nadie necesita ser engañado por las pretensiones mentirosas
del espiritismo. Dios ha dado al mundo luz suficiente para que pueda
descubrir su trampa. Si no hubiera otra evidencia, bastaría para el
creyente el hecho de que los espíritus no hacen diferencia entre la
justicia y el pecado, entre los más nobles y puros apóstoles de Cristo
y los más corruptos siervos de Satanás. Al presentar a los hombres
más viles como si estuvieran en el cielo sumamente encumbrados
allí, Satanás virtualmente le dice al mundo: “No importa cuán impío
eres; no importa si crees o no en Dios y en la Biblia. Vive como
quieras: el cielo es tu hogar”.
Aún más, los apóstoles, tales como los representan esos espíritus
mentirosos, contradicen lo que escribieron bajo la inspiración del
Espíritu Santo cuando estaban en la tierra. Niegan el origen divino
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