Página 329 - La Historia de la Redenci

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El fuerte clamor
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La luz derramada sobre los fieles penetraba por doquier, y los
que estaban en las iglesias, si tenían alguna luz todavía, y no habían
oído ni rechazado los tres mensajes, obedecieron la exhortación
y abandonaron las iglesias caídas. Muchos conservaron por años
en reserva su responsabilidad frente a estos mensajes, desde que se
proclamaron, hasta que la luz brilló sobre ellos dándoles el privilegio
de escoger entre la vida y la muerte. Algunos escogieron la vida y
se unieron con los que esperaban a su Señor y guardaban todos sus
mandamientos. El tercer mensaje tenía que efectuar su obra. Todos
iban a ser probados por él, y las almas preciosas iban a recibir la
invitación a salir de las congregaciones religiosas.
Una fuerza impelente movía a los sinceros, mientras la manifes-
tación del poder de Dios infundía temor y respeto a los incrédulos
parientes y amigos para que no se atrevieran a estorbar a quienes
sentían en sí mismos la obra del Espíritu de Dios, ni pudieran hacer-
lo. El postrer llamamiento llegó hasta los infelices esclavos, y los
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más piadosos de ellos prorrumpieron en cánticos de inefable gozo
ante la perspectiva de su feliz liberación
Sus amos no los pudieron
dominar, porque el asombro y el temor los mantenían en silencio.
Se realizaron grandes milagros. Sanaban los enfermos, y señales
y prodigios acompañaban a los creyentes. Dios colaboraba con la
obra, y todos los santos, sin temor de las consecuencias, obedecieron
la convicción de su conciencia, y se unieron con los que guardaban
todos los mandamientos de Dios, y proclamaron con poder y por
doquiera el tercer mensaje. Vi que este mensaje terminaría con una
fuerza y un vigor muy superiores al clamor de medianoche.
Los siervos de Dios, dotados del poder del cielo, con sus semblan-
tes iluminados y resplandecientes de santa consagración, salieron
a proclamar el mensaje celestial. Muchas almas diseminadas entre
todas las congregaciones religiosas aceptaron la invitación, y las
almas preciosas salieron apresuradamente de las iglesias condena-
das, como Lot cuando salió presuroso de Sodoma antes que fuera
destruida. El pueblo de Dios se fortaleció con la gloria excelsa que
reposaba sobre él en gran abundancia, ayudándolo a soportar la hora
Juan nos dice claramente en
Apocalipsis 6:15, 16
que habrá esclavos en ocasión de
la segunda venida de Cristo. En efecto, su vívida descripción se refiere a “todo siervo y
todo libre” que imploran “a los montes y a las peñas” que caigan sobre ellos y los oculten
“del rostro de aquel que está sentado sobre el trono”.—
Los compiladores
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