Página 355 - La Historia de la Redenci

Basic HTML Version

La tierra nueva
351
En esas pacíficas planicies, junto a las corrientes vivas, el pueblo de
Dios, por tanto tiempo peregrino y errante, encontrará un hogar.
La nueva Jerusalén
Allí está la nueva Jerusalén, que tiene “la gloria de Dios”, y su
fulgor “semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de
jaspe, diáfana como el cristal”.
Apocalipsis 21:11
. Dijo el Señor:
“Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo”.
Isaías
65:19
. “El tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como
su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron”.
Apocalipsis 21:3, 4
.
En la ciudad de Dios ya no habrá noche. Nadie necesitará des-
cansar ni deseará hacerlo. Nadie se cansará de hacer la voluntad de
Dios ni de ofrecer alabanzas a su nombre. Siempre sentiremos la
[452]
frescura de la mañana, y siempre estaremos lejos de su terminación.
“Y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará”.
Apocalipsis 22:5
. La luz del sol será
sobrepujada por un resplandor que no causará daño, pero que sobre-
pasará inconmensurablemente al fulgor de nuestro sol al mediodía.
La gloria de Dios y del Cordero inundará la Santa Ciudad con luz
inextinguida. Los redimidos caminarán a la luz de un día perpetuo
en el cual no habrá sol.
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero”.
Apocalipsis 21:22
. El pueblo de Dios
tendrá el privilegio de mantener estrecha comunión con el Padre y
el Hijo. “Ahora vemos por espejo, oscuramente”.
1 Corintios 13:12
.
Contemplamos la imagen de Dios reflejada, como en un espejo,
en las obras de la naturaleza y en su trato con los hombres; pero
entonces lo veremos cara a cara, sin un velo oscurecedor de por
medio. Estaremos ante su presencia y contemplaremos la gloria de
su rostro.
Allí las mentes inmortales estudiarán con deleite inextinguible
las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor.
No habrá ningún adversario cruel y engañador para tentarnos a
olvidarnos de Dios. Toda facultad será desarrollada, toda capacidad