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La Historia de la Redención
La maldición
El Señor se dirigió entonces a la serpiente: “Por cuanto esto hi-
ciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales
del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días
de tu vida”. Así como la serpiente había sido exaltada por encima
de todas las bestias del campo, sería degradada por debajo de todas
ellas, y sería odiada por el hombre, por cuanto había sido el medio
por el cual había actuado Satanás. “Y al hombre dijo: Por cuanto
obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé
diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con
dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra”.
Dios maldijo la tierra por causa del pecado cometido por Adán
y Eva al comer del árbol del conocimiento, y declaró: “Con dolor
comerás de ella todos los días de tu vida”. El Señor les había pro-
porcionado lo bueno y les había evitado el mal. Entonces les declaró
que comerían de él, es decir, estarían en contacto con el mal todos
los días de su vida.
De allí en adelante el género humano sería afligido por las tenta-
ciones de Satanás. Se asignó a Adán una vida de constantes fatigas
y ansiedades, en lugar de las labores alegres y felices de que habían
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gozado hasta entonces. Estarían sujetos al desaliento, la tristeza y el
dolor, y finalmente desaparecerían. Habían sido hechos del polvo de
la tierra, y al polvo debían retornar.
Se les informó que debían salir de su hogar edénico. Habían ce-
dido ante los engaños de Satanás y habían creído sus afirmaciones de
que Dios mentía. Mediante su transgresión habían abierto la puerta
para que Satanás tuviera fácil acceso a ellos, y ya no era seguro que
permanecieran en el Jardín del Edén, no fuera que en su condición
pecaminosa tuvieran acceso al árbol de la vida y perpetuaran así
una vida de pecado. Suplicaron que se les permitiera quedar, aun-
que reconocían que habían perdido todo derecho al bendito Edén.
Prometieron que en lo futuro obedecerían a Dios perfectamente.
Se les informó que al caer de la inocencia a la culpa no se habían
fortalecido, sino por el contrario se habían debilitado enormemente.
No habían preservado su integridad cuando gozaban de un estado de