Página 39 - La Historia de la Redenci

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La tentación y la caída
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Su crimen apareció entonces delante de ellos en su verdadera
dimensión. Su transgresión del expreso mandamiento de Dios asu-
mió un carácter más definido. Adán censuró la insensatez de Eva al
apartarse de él para ser engañada por la serpiente. Ambos se tran-
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quilizaban pensando que Dios, que les había dado todo lo necesario
para hacerlos felices, perdonaría su desobediencia por causa de su
gran amor por ellos, y que su castigo no sería tan terrible después de
todo.
Satanás se regocijó por su éxito. Había tentado a la mujer para
que desconfiara de Dios, dudara de su sabiduría y tratara de entrome-
terse en sus omniscientes planes. Y por su intermedio había causado
también la caída de Adán quien, como consecuencia de su amor por
Eva, desobedeció el mandamiento de Dios y cayó juntamente con
ella.
Las noticias de la caída del hombre se difundieron por el cielo.
Todas las arpas enmudecieron. Los ángeles depusieron con tristeza
sus coronas. Todo el cielo estaba conmovido. Los ángeles se sentían
apenados por la vil ingratitud del hombre en respuesta a las riquezas
con que Dios lo había provisto. Se celebró un concilio para decidir
qué se haría con la pareja culpable. Los ángeles temían que exten-
dieran la mano y comieran del árbol de la vida, para perpetuar así
sus vidas pecaminosas.
El Señor visitó a Adán y Eva y les dio a conocer las conse-
cuencias de su desobediencia. Cuando se percataron de la presencia
majestuosa de Dios trataron de esconderse de su vista, de la que an-
tes se deleitaban, cuando gozaban de inocencia y santidad. “Jehová
Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él le respondió:
Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo?
¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” El Señor
no formuló esa pregunta porque necesitaba información, sino para
tratar de convencer a la pareja culpable. ¿Qué te infundió vergüen-
za y temor? Adán reconoció su transgresión, no porque estuviera
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arrepentido de su gran desobediencia, sino para reprochar a Dios.
“La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”.
Entonces preguntó a la mujer: “¿Qué es lo que has hecho?” Eva
respondió: “La serpiente me engañó, y comí”.