Página 50 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 6—Caín y Abel y sus ofrendas
Este capítulo está basado en Génesis 4:1-15.
Cain y Abel, los hijos de Adán, tenían caracteres muy distintos.
Abel temía a Dios. Caín, en cambio, albergaba sentimientos de rebel-
día y murmuraba contra Dios por causa de la maldición pronunciada
sobre su padre y porque la tierra había sido maldita por su pecado.
A estos hermanos se les había enseñado todo lo concerniente a la
provisión hecha para la salvación de la raza humana. Se les requirió
que pusieran en práctica un sistema basado en la humilde obediencia,
que manifestaran reverencia hacia Dios y su fe y su dependencia en
el Redentor prometido, por medio de la muerte de los primogénitos
del rebaño y la presentación solemne de ellos junto con su sangre
como holocausto ofrecido al Señor. Ese sacrificio los induciría a
recordar siempre su pecado y al Redentor venidero, que habría de
ser el gran sacrificio realizado en favor del hombre.
Caín trajo su ofrenda a Dios mientras murmuraba y manifesta-
ba infidelidad en su corazón con respecto al Sacrificio prometido.
No estaba dispuesto a seguir estrictamente el plan de obedecer y
conseguir un cordero para ofrecerlo con los frutos de la tierra. Sim-
plemente tomó lo de la tierra y pasó por alto el requerimiento de
Dios. El Señor había hecho saber a Adán que sin derramamiento de
sangre no hay remisión del pecado. Caín no se preocupó siquiera
por llevar lo mejor de sus frutos. Abel aconsejó a su hermano que
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no se presentara delante del Señor sin la sangre de los sacrificios.
Caín, puesto que era el mayor, no quiso escuchar a su hermano.
Despreció su consejo, y con dudas y murmuraciones con respecto a
la necesidad de las ofrendas ceremoniales, presentó su ofrenda. Pero
Dios no la aceptó.
Abel trajo los primogénitos de su rebaño, y de los mejores,
como Dios lo había ordenado; y con humilde reverencia presentó
su ofrenda con plena fe en el Mesías venidero. Dios la aceptó. Una
luz procedente del cielo consumió la ofrenda de Abel. Caín no vio
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