Página 54 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 7—Set y Enoc
Este capítulo está basado en Génesis 4:25, 26; 5:3-8, 18-24; Judas
14, 15.
Set era un personaje respetable, y debía ocupar el lugar de Abel
en lo que se refiere a la rectitud. Pero era tan hijo de Adán como
el pecador Caín, y no había heredado de la naturaleza de éste más
bondad natural de la que aquél había recibido. Nació en pecado,
pero por la gracia de Dios, y al aceptar las fieles instrucciones de
su padre Adán, honró a Dios pues hizo su voluntad. Se apartó de
los descendientes corruptos de Caín y trabajó, como lo habría hecho
Abel si hubiera vivido, para inducir a los pecadores a reverenciar y
obedecer al Señor.
Enoc era santo. Sirvió a Dios con corazón indiviso. Se dio cuenta
de la corrupción de la familia humana y se apartó de los descencien-
tes de Caín a quienes reprendió por su gran maldad. Había en la tierra
quienes reconocían al Señor, lo temían y lo adoraban. Pero el justo
Enoc se sentía tan perturbado por la creciente maldad de los impíos,
que no se relacionaba con ellos cada día, por temor de verse afectado
por su infidelidad y que sus pensamientos no siempre se dirigieran
a Dios con la santa reverencia que merecía su carácter excelso. Su
alma se afligía pues todos los días veía cómo pisoteaban la autoridad
divina. Decidió apartarse de ellos, y pasar la mayor parte del tiempo
en soledad, que dedicaba a la meditación y la oración. Permanecía
ante el Señor y oraba para saber su voluntad más perfectamente, de
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manera que la pudiera cumplir. Dios se comunicaba con Enoc por
medio de sus ángeles y le daba sus divinas instrucciones. Le hizo
saber que no siempre contendería con el hombre en su rebelión, que
su propósito era destruir la raza pecadora mediante las aguas de un
diluvio que caería sobre la tierra.
El puro y hermoso jardín del Edén, de donde habían sido ex-
pulsados nuestros primeros padres, permaneció en la tierra hasta
que Dios decidió destruirla por medio del diluvio. El Señor había
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