Página 68 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 10—Abrahán y la simiente prometida
Este capítulo está basado en Génesis 12:1-5; 13; 15; 16; 17; 21;
22:1-19.
El Señor escogió a Abrahán para que cumpliera su voluntad.
Se le indicó que abandonara su nación idólatra y se separara de
sus familiares. Dios se le había revelado en su juventud y le había
dado entendimiento preservándolo de la idolatría. Había planeado
hacer de él un ejemplo de fe y verdadera devoción para su pueblo
que más tarde viviera sobre la tierra. Su carácter se destacaba por
su integridad, su generosidad y su hospitalidad. Imponía respeto
puesto que era un poderoso príncipe de su pueblo. Su reverencia
y amor a Dios y su estricta obediencia a su voluntad le ganaron el
reconocimiento de sus siervos y vecinos. Su piadoso ejemplo y su
conducta correcta, junto con las fieles instrucciones que impartía a
sus siervos y a toda su familia, los indujo a temer, amar y reverenciar
al Dios de Abrahán.
El Señor se le apareció y le prometió que su simiente sería tan
numerosa como las estrellas del cielo. También le anunció, mediante
la figura del pavor de una gran oscuridad que descendió sobre él, la
larga esclavitud de sus descendientes en Egipto.
En el principio Dios dio a Adán una sola esposa, para manifes-
tarle cuál era su plan. Nunca quiso el Señor que el hombre tuviera
varias mujeres. Lamec fue el primero que se apartó en este aspecto
del sabio plan de Dios. Tuvo dos esposas, que causaron discordia
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en su familia. La envidia y los celos de ambas lo hicieron infeliz.
Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la
tierra y les nacieron hijas, cada uno tomó para sí tantas esposas como
le parecía. Ese fue uno de los grandes pecados de los habitantes del
mundo antiguo, que atrajo sobre ellos la ira de Dios. Esa costumbre
fue practicada después del diluvio, y se hizo tan común que aún
algunos justos la siguieron y tuvieron varias esposas. Sin embargo,
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