Página 86 - La Historia de la Redenci

Basic HTML Version

82
La Historia de la Redención
y su arrepentimiento, e insistió en que se lo librara de las manos de
Esaú. Su oración importuna continuó toda la noche. Al recordar sus
errores pasados casi se desesperó. Pero sabía que tendría que recibir
ayuda de Dios, o si no, perecería. Se aferró fuertemente del ángel e
insistió en su pedido con clamores fervientes y angustiosos, hasta
que prevaleció.
Así ocurrirá con los justos. Cuando recuerden los acontecimien-
tos de su vida pasada, sus esperanzas casi desaparecerán. Pero cuan-
do comprendan que es un caso de vida o muerte, clamarán fervo-
rosamente a Dios y pedirán que tenga en cuenta su tristeza pasada
por sus pecados, y su humilde arrepentimiento, y entonces invocarán
su promesa: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz;
sí, haga paz conmigo”.
Isaías 27:5
. Ofrecerán entonces, de día y
de noche, sus fervientes peticiones a Dios. El Señor no habría oído
la oración de Jacob ni habría salvado misericordiosamente su vi-
da si éste no se hubiera arrepentido antes del error que cometió al
pretender obtener la bendición de Dios por medio de un fraude.
Los justos, como Jacob, manifestarán una fe sin claudicacio-
nes y una ferviente determinación, que no será avasallada. Serán
conscientes de su indignidad, pero no tendrán pecados ocultos que
confesar. Si los tuvieran, y si no se hubieran arrepentido de ellos,
cuando los recordaran, justo en el momento cuando los tortura el
temor y la angustia, y una intensa sensación de indignidad, se sen-
[101]
tirían agobiados. La desesperación destruiría su ardiente fe, y no
tendrían confianza para rogar a Dios con fervor por su liberación, y
dedicarían esos preciosos momentos a confesar pecados ocultos y a
deplorar su condición desesperada.
Se concede a todos un tiempo de prueba a fin de que se preparen
para el día del Señor. Si alguien descuida esa preparación y no
presta atención a las fieles advertencias dadas, estará sin excusa. La
lucha fervorosa y perseverante de Jacob con el ángel debería ser
un ejemplo para los cristianos: venció porque tuvo determinación y
manifestó persistencia.
Todos los que deseen la bendición de Dios, se aferren de sus
promesas y sean tan fervientes y perseverantes como Jacob, triunfa-
rán como él. Hoy se ejerce tan poco la verdadera fe y la de muchos
profesos creyentes es tan débil, porque son negligentes en las cosas
espirituales. No están dispuestos a esforzarse, a negarse a sí mismos,