Página 25 - Liderazgo Cristiano (2003)

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¿Envidia?
Piedad y oración por los dirigentes tiránicos
—“No permita
que los sentimientos de envidia llenen su corazón por causa de las
acciones equivocadas de quienes están en puestos de responsabi-
lidad. Ellos serán juzgados de acuerdo con los hechos realizados
en el cuerpo. Usted sólo necesita compadecerse y orar por ellos. El
Señor conoce cada transacción deshonesta y los recompensará de
acuerdo con sus obras. El Señor recompensa todo acto de abnega-
ción. Ore con corazón, espíritu y voz: ‘Oh Dios, impresiona más
profundamente en mi mente y corazón los principios de tu santa ley,
los cuales son el trasunto de tu carácter. Que por fe pueda aprehender
las sobremanera grandes y preciosas promesas, para que en mi deber
y trabajo no falle ni me desanime, sino que perfeccione la santidad
en el temor a ti’”.
Carta 178, 1899, p. 9
, (6 de noviembre de 1899).
Un rasgo letal
—“La envidia no es simplemente una perversión
del carácter, sino un disturbio que trastorna todas las facultades.
Empezó con Satanás. Él deseaba ser el primero en el cielo, y, porque
no podía tener todo el poder y la gloria que buscaba, se rebeló contra
el gobierno de Dios. Envidió a nuestros primeros padres, y los indujo
a pecar, y así los arruinó a ellos y a toda la familia humana.
“El hombre envidioso cierra los ojos para no ver las buenas
cualidades y nobles acciones de los demás. Está siempre listo para
despreciar y representar falsamente lo excelente. Con frecuencia
los hombres confiesan y abandonan otras faltas; pero poco puede
esperarse del envidioso. Puesto que el envidiar a una persona es ad-
mitir que ella es superior, el orgullo no permitirá ninguna concesión.
Si se hace un esfuerzo para convencer de su pecado a la persona
envidiosa, se exacerba aún más contra el objeto de su pasión, y con
demasiada frecuencia permanece incurable.
“El envidioso difunde veneno dondequiera que vaya, enajenando
amigos, y levantando odio y rebelión contra Dios y los hombres.
Trata de que se le considere el mejor y el mayor, no mediante esfuer-
zos heroicos y abnegados para alcanzar el blanco de la excelencia él
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