Página 63 - Liderazgo Cristiano (2003)

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Delegar responsabilidades
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y no quiere que otros lleguen a conocer los detalles de la obra, ni
que lleguen a ser tan eficientes como usted. Usted tiene demasiado
confianza en sí mismo, demasiada alta estima de su propia habilidad.
Usted debiera tener hoy a su lado a un gran número de obreros inte-
ligentes a quienes debería haber entrenado. Pero usted ha amoldado
las cosas de acuerdo con sus propias nociones estrechas, y por eso
todavía permanece casi solo...
“Es su deber cambiar su modo de actuar; aprender a ver y a
reconocer habilidad y talento en otros y no solamente en usted. Por
amor a Cristo, no trate de señorear sobre su heredad, sino sea un
ejemplo para la manada. Ofrezca a otros el beneficio de todo el
conocimiento que el Señor le ha dado a usted. Él le ha dado a usted
ese conocimiento para que lo imparta. Enseñe a otros todo lo que
usted sabe, no de una manera arbitraria, burlándose de sus errores
y ridiculizando su ignorancia; sino con un espíritu bondadoso, sen-
tándose usted mismo a los pies de Jesús como un aprendiz. Lleve
jóvenes a la casa de la misión y sea su instructor, enseñándoles como
si enseñara a estudiantes en una escuela”.
Carta 10, 1884
, (27 de
octubre de 1884, a J. O. Corliss).
“En la actualidad, al Señor le agradaría que los que están ocupa-
dos en cualquier parte de su obra, se cuidaran contra la tendencia a
asumir sobre sí mismos responsabilidades que no han sido llamados
a llevar. Algunos de sus siervos deben dirigir los asuntos administra-
tivos relacionados con su obra en la Tierra; otros deben velar por los
asuntos espirituales. Cada obrero debe tratar de hacer bien su parte,
dejando a otros los deberes que les fueron confiados”.—
Advent
Review and Sabbath Herald, 5 de octubre de 1905
.
Confiar en el criterio de otros
—“Por otra parte, no piensen
[los administradores] que los hombres que siguen sus ideas son los
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únicos en quienes se puede confiar. A veces ustedes han pensado
que porque ellos cumplen su voluntad al pie de la letra son los
únicos de quienes pueden depender. Si alguien ejerciera su propio
juicio y discrepara con ustedes, se habrían separado de él como si
fuera una persona en quien no se puede confiar. Aparten sus manos
de la obra y no la tengan tan firmemente asida. Ustedes no son
los únicos hombres que Dios puede usar. Den lugar al Señor para
que utilice los talentos que él ha confiado a otros hombres, para
que la causa pueda crecer. Denle al Señor la oportunidad de usar