Página 75 - Liderazgo Cristiano (2003)

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Autoridad
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dejado fuera de su obra. Los obreros se creen calificados para ocupar
el puesto más alto. Que ningún hombre intente manejar la obra que
debería ser dejada en las manos del gran YO SOY, y quien planea la
forma en que debe hacerse la obra. Sabed que Dios es el instructor de
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sus siervos, y él obrará por medio de quien el quiera”.—
Manuscrito
143, 1899
.
El uso correcto de la autoridad
—“Deseo hablar a mis herma-
nos que ocupan cargos de confianza. Como administradores de Dios
están investidos con la responsabilidad de actuar en lugar de él, como
su mano ayudadora. Los que han sido colocados en puestos de con-
fianza deben tener autoridad para actuar, pero nunca deben emplear
esa autoridad como un poder para negar ayuda a los necesitados y
desamparados. Nunca debe ser ejercida para desanimar o deprimir
a una persona que está luchando. Que quienes han sido colocados
en puestos de confianza recuerden siempre que Dios desea que ellos
ejecuten los pensamientos de Cristo, quien, por creación y redención,
es el dueno de todos los hombres”.
Carta 7, 1901
, (17 de enero de
1901, a “Los hermanos que ocupan cargos de confianza”).
Tratamos con hombres iguales a nosotros
—“Recordemos que
no estamos lidiando con hombres ideales, sino con hombres de carne
y hueso elegidos por Dios, que son exactamente iguales a nosotros,
que cometen los mismos errores que nosotros, y que tienen las
mismas ambiciones y flaquezas. Ningún hombre ha sido constituido
amo como para gobernar la mente y la conciencia de un semejante.
Seamos muy cuidadosos en nuestra manera de tratar la heredad de
Dios comprada con su sangre.
“A ningún hombre se le ha asignado la tarea de gobernar sobre
sus semejantes. Cada hombre debe llevar su propia carga. Él puede
hablar palabras de aliento, fe y esperanza a sus compañeros; puede
ayudarles a llevar sus cargas especiales sugiriéndoles mejores méto-
dos de trabajo; pero en ningún caso debe desanimarlos y debilitarlos,
no sea que el enemigo obtenga alguna ventaja sobre sus mentes, una
ventaja que con el tiempo reaccionaría contra él mismo”.
Manuscrito
29, 1907, p. 9, 10
, (enero de 1907, “Responsabilidad individual y
unidad cristiana”).
No censurar ni condenar
—“Usted ni siquiera se debería permi-
tir pensar desconsideradamente de ellos, mucho menos de sentarse
en la silla del juez y censurar o condenar a sus hermanos, cuando en