Página 78 - Liderazgo Cristiano (2003)

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Liderazgo Cristiano
vocado. Se debe rendir un servicio individual a Dios, y no debe
ser controlado por un hombre ni por algún grupo de hombres. Se
han hecho movimientos que significan mucho en sus resultados.
Un ejemplo lo tenemos en hombres que están sirviendo donde no
deberían estar, lo cual está fermentando vuestras asociaciones. Los
presidentes de las asociaciones están siendo imbuidos con el espíritu
de gobernar, de requerir que los hombres se inclinen ante su juicio;
si alguno se rehúsa, el curso que se sigue respecto a ellos es tal que
llena el cielo de indignación.
“¿Cómo puede inducir Dios a las iglesias a que contribuyan con
sus medios duramente ganados para ser manejados por hombres con
suficiencia propia, egoístas y tan arrogantes y dominantes que el
desagrado de Dios está sobre ellos? Nuestras instituciones necesitan
ser purificadas como lo fue el templo cuando Cristo estuvo en la
Tierra. El hombre se enseñorea sobre la conciencia de los hombres,
el hombre ordena a sus semejantes como si fuera Dios. Por todas
partes en todo el campo este espíritu está leudando los corazones
con los mismos propósitos estrechos y egoístas. Debe surgir una
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reacción, ¿y quién pondrá las cosas en orden? Jesús dice: ‘Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada
día y sígame’”.
Lucas 9:23
;
Carta 65, 1895, p. 7, 8
, (19 de junio de
1895).
El presidente da el ejemplo
—“Usted se refiere a su cargo co-
mo presidente de la Asociación General, como si esto justificara su
curso de acción, el cual usted considera totalmente correcto, pero
que, según la luz que el Señor plugo darme, considero equivocado en
algunos aspectos. El mismo hecho de que usted ocupa una posición
de responsabilidad es la razón porque yo lo insto a mostrar, en todo
tiempo y bajo cualquier circunstancia, un espíritu tolerante, cortes y
semejante a Cristo. Sus hermanos en el ministerio, quienes respetan
a usted y su cargo, serán muy aptos para seguir su ejemplo en el trata-
miento de tales cosas. Usted debe ser un ejemplo para sus hermanos,
digno de imitación. Sus palabras, su espíritu, su comportamiento, in-
cluso la manera en que usted trata a sus hermanos, están sembrando
semillas para bien o para mal. Es tanto su privilegio como su deber,
especialmente en la posición de confianza que ocupa, ser del mismo
sentir que Dios; entonces usted será fuerte en la fortaleza divina, y
manso y humilde como un niñito.