Página 81 - Liderazgo Cristiano (2003)

Basic HTML Version

Dictadura
77
de Cristo. Deberían tratar cada caso que requiera su atención de la
manera como les gustaría ser tratados. Deberían avanzar con el peso
del Espíritu Santo. La posición de un hombre no lo hace ni una jota
y ni un tilde mayor a la vista de Dios; es tan sólo el carácter lo que
Dios valora”.
Carta 55, 1895
, (19 de septiembre de 1895, a O. A.
Olsen).
Cómo se obstruyen las ruedas del progreso
—“Si fuera posi-
ble, el enemigo obstruiría las ruedas del progreso y evitaría que
[72]
las verdades del evangelio circularan por todas partes. Con este fin
él induce a los hombres a sentir que es su privilegio controlar las
conciencias de sus semejantes de acuerdo con sus propias ideas
pervertidas. Ellos despiden al Espíritu Santo de sus juntas, y enton-
ces, bajo el poder y en nombre de la Asociación General, inventan
reglamentos por medio de los cuales obligan a los hombres a ser
gobernados por sus propias ideas y no por el Espíritu Santo...
“Se necesita educación con respecto a los derechos y deberes de
los hombres en ejercicio de autoridad y se han enseñoreado sobre
la heredad del Señor. Cuando un hombre colocado en un puesto de
confianza no sabe qué clase de espíritu debe manifestar al tratar con
mentes humanas, necesita aprender los principios básicos en lo que
se refiere a su autoridad sobre sus semejantes. Los principios rectos
tienen que ser introducidos en el corazón, y entretejidos en la trama
y urdimbre del carácter”.
Carta 83, 1896
, (22 de mayo de 1896, a O.
A. Olsen).
No imponer yugos sobre los demás
—“Al observar cuidadosa-
mente cada instrucción que el Señor ha especificado en cuanto a la
armadura cristiana, andarán delante de él suavemente y trabajarán
con discreción. No llevarán con ustedes yugos para atar a los hom-
bres a sus planes, ni intentarán hacer que los obreros del Señor estén
sujetos a alguna mente finita. Las máximas y los preceptos de los
hombres no deben controlar a sus obreros. Que ningún hombre sea
colocado en una posición donde pueda dominar sobre la heredad
de Dios; porque esto pone en peligro tanto la vida del que señorea
como la de quienes están bajo su dominio”.
Manuscrito 140, 1902
,
(6 de noviembre de 1902, “Principios para la orientación de hombres
en cargos de responsabilidad”).
Nadie debe mandar
—“Entre los siervos de Dios, nadie debe
mandar. Ningún yugo debe ser puesto sobre los que Dios ha compra-