Página 100 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
Comenzad en vuestro propio vecindario
—La obra médico-
misionera abrirá muchas puertas delante del verdadero reformador.
No es necesario esperar hasta ser llamado a algún campo lejano para
ayudar a los demás. Dondequiera que estemos podemos empezar
inmediatamente. Se presentan ocasiones para todos. Emprendamos
el trabajo del cual somos responsables, la obra que debe hacerse
en nuestra casa y en nuestro vecindario. No esperemos a que se
nos inste a obrar. Con temor de Dios, echemos mano a la obra sin
dilación, acordándonos de nuestra responsabilidad personal delante
de Aquel que dió su vida por nosotros. Obremos como quienes
oyen a Cristo llamarlos personalmente a hacer cuanto sea posible
para servirle. No miremos en derredor nuestro para ver quiénes más
están listos. Si somos verdaderamente consagrados, Dios traerá a
la verdad, por nuestro ministerio, a otras personas de las que podrá
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servirse para comunicar la luz a un buen número de aquellos que
andan a tientas en las tinieblas.
Todos pueden hacer algo. Algunos dirán, tratando de disculparse:
“Mis deberes domésticos y mis hijos exigen todo mi tiempo y todos
mis recursos”. Padres, vuestros hijos pueden ser para vosotros una
ayuda que acreciente vuestras fuerzas y capacidades de trabajar para
el Maestro. Los niños son los miembros más jóvenes de la familia del
Señor. Deben ser inducidos a consagrarse a Dios, a quien pertenecen
por derecho de creación y de redención. Se les debe enseñar que
todas sus energías del espíritu, del cuerpo y del alma pertenecen al
Señor. Hay que enseñarles a servir en diferentes actividades útiles y
desinteresadas.—
Joyas de los Testimonios 3:102, 103
.
Que cada uno haga lo mejor
—El Señor desea que cada obrero
haga lo mejor que pueda. Aquellos que no han tenido una prepara-
ción especial en una de nuestras instituciones médicas, quizá piensen
que pueden realizar muy poco; pero, mis queridos colaboradores,
recordad que, en la parábola de los talentos, Cristo no representó a
todos los siervos como si recibieran el mismo número [de talentos].
A un siervo le fueron dados cinco talentos; a otro, dos; y todavía
a otro, uno. Si vosotros tenéis sólo un talento, usadlo sabiamente,
incrementándolo, poniéndolo a interés con los banqueros. Algunos
no podrán hacer tanto como otros, pero cada uno debe hacer todo
lo posible para contrarrestar la ola de enfermedades y tribulaciones
que azota nuestro mundo. Venid en ayuda del Señor, en ayuda del