Página 112 - El Ministerio de la Bondad (1977)

Basic HTML Version

108
El Ministerio de la Bondad
Los ángeles están ahora sujetando los vientos de la lucha para
que no soplen hasta que el mundo sea advertido de su cercana
condenación; pero se está preparando una tormenta, lista para estallar
sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los
vientos, habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría
describirla.—
La Educación, 175
.
Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tris-
teza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando
el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los
desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de
terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por
incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades!
Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las
fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completa-
mente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse
el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio
de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido
del peligro que corren.—
La Historia de Profetas y Reyes, 207
.
Grandes ciudades serán devastadas
—El trabajo que hace mu-
cho tiempo debería haber sido hecho en la activa operación de ganar
almas para Cristo no ha sido realizado. Los habitantes de las impías
[141]
ciudades que muy pronto serán visitados por los desastres, han sido
cruelmente descuidados. El tiempo se acerca cuando grandes ciu-
dades serán devastadas, y todos deberían estar apercibidos de estos
juicios venideros. Pero, ¿quién está dando al cumplimiento de esta
obra la labor plena que Dios requiere? ...
Hasta el momento presente no se ha realizado en las ciudades
ni la milésima parte del trabajo que debía haber sido hecho, y que
debería realizarse si hombres y mujeres cumplieran con todo su
deber.—
Manuscrito 53, 1910
.
¡Oh, si el pueblo de Dios tuviera conciencia de la inminente des-
trucción de miles de ciudades ahora casi entregadas a la idolatría!—
The Review and Herald, 10 de septiembre de 1903
.
Desastres inminentes
—No hace mucho tiempo, una escena
muy impresionante pasó delante de mí. Vi un inmenso globo de
fuego cayendo entre algunas hermosas mansiones y causando su ins-
tantánea destrucción. Escuché a alguien decir: “Nosotros sabíamos
que los juicios de Dios vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos