Las mujeres llamadas a servir
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tas que nuestro corazón no puede apreciar las necesidades de la
humanidad. Nos faltan hechos de simpatía y benevolencia, en el
sagrado ministerio social para los necesitados, los oprimidos y los
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dolientes.—
The Signs of the Times, 16 de septiembre de 1886
.
La obra que ha de hacerse
—La inacción y una ociosidad en-
fermiza están debilitando las fuerzas vitales de las mujeres. Hay
aquellas que pasan horas de tiempo precioso en cama, lo que no las
bendice con un aumento de fuerza o de aliviar a otros de sus cargas,
sino que trae sobre ellas debilidad y las arraiga en sus malos hábitos.
Esas horas malgastadas ociosa e innecesariamente en la cama, nunca
pueden ser recuperadas. El pecado del tiempo así perdido se anota
en el libro de registros.
Hay suficiente que hacer en este nuestro atareado mundo. Hay
muchos en la gran familia de Dios que necesitan simpatía y ayuda. Si
nuestra propia obra no demanda nuestro tiempo, hay enfermos que
visitar, pobres que ser animados y ayudados.—
The Health Reformer,
junio de 1873
.
Un lugar único para las mujeres en la obra
—Hay un amplio
campo en el cual nuestras hermanas pueden realizar un buen servicio
para el Maestro en las diversas ramas de la obra relacionada con la
causa de Dios. Mediante sus trabajos misioneros, ellas pueden alcan-
zar a una clase que no pueden alcanzar nuestros ministros. ... Hay
una obra descuidada o hecha imperfectamente, que podría realizarse
plenamente con la ayuda que las hermanas pueden dar. Hay tantas
clases de trabajos demasiado pesados para las mujeres, en los cuales
se ocupan nuestros hermanos, que se descuidan muchas ramas de
obra misionera. Quedan sin hacerse muchas cosas relacionadas con
diferentes iglesias que las mujeres, si se las instruye debidamente,
podrían atender. Nuestras hermanas podrían servir como tesoreras de
iglesia, y los negocios de la iglesia no se descuidarían tan tristemen-
te. Hay muchas otras tareas relacionadas con la causa de Dios que
nuestras hermanas están mejor preparadas para realizar que nuestros
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hermanos y en las cuales podrían hacer una labor eficiente.—
The
Review and Herald, 19 de diciembre de 1878
.
La correspondencia misionera
—Las mujeres pueden hacer
una buena obra en el campo misionero escribiendo a los amigos e
indagando sus verdaderos sentimientos en relación con la causa de
Dios. Algunos asuntos muy importantes se aclaran por este medio.