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El Ministerio de la Bondad
Las mujeres tienen un destino elevado
—Hermanas, podéis
hacer una obra noble para Dios si queréis. La mujer no conoce su
poder. Dios no quiso que sus capacidades fuesen todas absorbidas
en preguntarse: “¿Qué comeré? ¿Qué beberé? ¿Con qué me vesti-
ré?” Hay un propósito más elevado para la mujer, un destino más
grandioso. Debe desarrollar y cultivar sus facultades; porque Dios
puede emplearlas en su gran obra de salvar a las almas de la ruina
eterna.—
Joyas de los Testimonios 1:597
.
Podemos decir con seguridad que la dignidad y la importancia
de la misión de la mujer y sus deberes distintivos son de un carácter
más sagrado y santo que los deberes de los hombres. ... Comprendan
las mujeres lo sagrado de su obra y emprendan su misión con la
fuerza y el temor de Dios.—
Testimonies for the Church 3:565
.
[152]
Si podemos impresionar en la mente de nuestras hermanas el
bien que pueden hacer mediante el Señor Jesús, veremos una gran
obra que se realizará.—
Carta 119, 1898
.
Las mujeres llamadas a ser mensajeras de misericordia
—
Necesitamos grandemente mujeres consagradas que, como mensaje-
ras de misericordia visiten a las madres y a los niños en sus hogares
y les ayuden en las tareas diarias del hogar, si fuera necesario, an-
tes de comenzar a hablarles acerca de la verdad para este tiempo.
Encontraréis que por este método tendréis almas como resultado de
vuestro ministerio.—
The Review and Herald, 12 de julio de 1906
.
¿Por qué estáis ociosas?
—El Señor de la viña está diciendo a mu-
chas mujeres que ahora no hacen nada: “¿Por qué estáis aquí todo
el día ociosas?” Ellas pueden ser instrumentos de justicia, que rin-
dan un servicio santo. Fué María la primera que predicó un Jesús
resucitado; y la influencia refinadora y suavizadora de las mujeres
cristianas se necesita en la gran obra de predicar la verdad ahora.
Si hubiera veinte mujeres donde ahora hay una que hicieran de la
salvación de las almas su obra favorita, veríamos mucho más almas
convertidas a la verdad. El celo y la diligencia continuos en la causa
de Dios tendrían un pleno éxito y asombrarían con sus resultados. El
trabajo debe hacerse por medio de la paciencia y la perseverancia, y
en esto se manifiesta la verdadera dedicación a Dios. El demanda
hechos y no sólo palabras.
La obra de Dios es digna de nuestros mejores esfuerzos. ... Con
frecuencia estamos tan embargados en nuestros intereses egoís-