Página 136 - El Ministerio de la Bondad (1977)

Basic HTML Version

132
El Ministerio de la Bondad
En muchos casos, los desechos del mundo han obstruido los
canales del alma. El egoísmo controla la mente y tuerce el carácter.
Cuando la vida está oculta con Cristo en Dios, su servicio no será
un trabajo penoso. Si todo el corazón estuviera consagrado a Dios,
todas encontrarían algo que hacer y aspirarían a una parte en la
obra. Sembrarían junto a todas las aguas, orando y creyendo que el
fruto aparecerá. Los obreros prácticos, temerosos de Dios crecerán,
orando con fe en procura de la gracia y la sabiduría celestiales para
que puedan realizar, con alegría y mente bien dispuesta, la obra que
les ha sido confiada. Buscarán los rayos de luz para que puedan
iluminar la senda de otros (
Ibid
.).
Una bella resolución de modelar el carácter
—Pregúntese ca-
da miembro de la iglesia: “¿Qué parte puedo realizar para salvar
almas para Jesucristo?” Algunos dirán: “Vigilaré que mis necesi-
dades sean tan limitadas de modo que no derroche los peniques
y chelines en adornos innecesarios para complacer el orgullo o el
despilfarro. Consagraré mi ser a Dios y mi deseo de complacencia
propia será muerto antes que brote, florezca y dé fruto”. Esta es una
buena resolución. Complacerá al Salvador que os ha comprado. ...
Otro dirá: “No tengo oportunidad de obtener dinero, pero consa-
graré mi ser. Me instruiré y disciplinaré sin dejar que pase ninguna
[174]
oportunidad sin aprovecharla. Siempre me he mantenido ocupado,
pero a pesar de todo, no me he sentido satisfecho con la forma en
que he ocupado mi tiempo. Ahora veo como nunca antes que mucho
de mi tiempo lo he empleado en no hacer nada, sino aquellas cosas
que me complacían a mí mismo. Ahora deseo agradar a Dios y daré
una parte de mi tiempo para realizar un verdadero servicio para el
Maestro. Visitaré a los enfermos. Me prepararé para sentir interés y
simpatía por los que sufren, y añadiré, si me es posible, algunos fa-
vores para hacer que se sientan más cómodos. De esta manera podré
alcanzar sus corazones y hablar palabras como las de un siervo de
Jesucristo. Así podré cultivar la habilidad de ministrar y podré ganar
almas para Jesús”. ¿No podéis ver que Jesús dirá: “Bien hecho” a
esta clase de ministerio?—
Carta 12, 1892
.
[175]