Página 135 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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La influencia de las mujeres cristianas
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hasta su máxima utilización. Pueden mostrar, por medio de su vida
de abnegación y por su buena voluntad para trabajar con lo mejor de
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sus habilidades, que creen la verdad y que están siendo santificadas
por medio de ella. Muchas necesitan un trabajo de esta clase para
desarrollar las facultades que poseen. Las esposas y las madres, no
deberían en ninguna circunstancia descuidar a sus esposos y a sus
hijos, pero pueden realizar mucho sin descuidar las tareas del hogar
y no todas tienen estas responsabilidades.
¿Quién puede tener tan profundo amor por las almas de hombres
y mujeres por quienes Cristo murió, sino aquellos que son parti-
cipantes de su gracia? ¿Quién puede representar mejor la religión
de Cristo que las mujeres cristianas, mujeres que están trabajan-
do sinceramente para dar a las almas la luz de la verdad? ¿Quién
otro está mejor capacitado para trabajar en la escuela sabática? La
verdadera madre es la verdadera maestra de los niños. Si, con un
corazón imbuido con el amor de Cristo, enseña a los niños de su
clase, orando con ellos y por ellos, puede ver almas convertidas y
recogidas en el redil de Cristo. Yo no recomiendo que la mujer trate
de llegar a ser sufragista
o empleada pública; pero como misionera,
enseñando la verdad por correspondencia, distribuyendo material de
lectura, conversando con las familias y orando con la madre y los
niños, ella puede realizar mucho y ser una bendición.—
The Signs
of the Times, 16 de septiembre de 1886
.
Las mujeres no tienen excusa a causa de las tareas domés-
ticas
—Algunas pueden hacer más que otras, pero todas pueden
realizar algo. Las mujeres no deberían sentir que están excusadas a
causa de los cuidados domésticos. Deberían tratar de informarse de
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qué manera pueden trabajar en forma más exitosa y metódica para
traer almas a Cristo. Si todas pudieran comprobar la importancia de
aprovechar al máximo sus habilidades en la obra de Dios, teniendo
un profundo amor por las almas, sintiendo el peso de la obra sobre
ellas, centenares se ocuparían como obreras activas, que hasta ahora
han estado sordas y desinteresadas, no haciendo nada o a lo sumo
muy poco.
Antes de que las mujeres adquirieran, en casi todos los países civilizados, el de-
recho a votar, existía un movimiento político llamado “sufragismo”. Las “sufragistas”
propiciaban el voto femenino.