Página 153 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 22—Incrédulos pobres
Para suplir las necesidades de los pobres
—En derredor nues-
tro, vemos necesidades y sufrimientos. Hay familias que necesitan
alimentos; pequeñuelos que lloran por pan. Las casas de los po-
bres carecen de los debidos muebles y ropa de cama. Muchos de
ellos viven en tugurios, casi completamente privados de las cosas
necesarias. El clamor de los pobres llega al cielo. Dios ve; Dios
oye.—
Testimonios Selectos 4:188
.
Mientras que en su providencia Dios ha cargado la tierra de sus
bondades, y llenado sus alfolíes con provisiones para sustentar la
vida, hay por todas partes necesidades y miserias. Una Providencia
generosa ha puesto en las manos de sus agentes humanos bienes
abundantes para suplir las necesidades de todos; pero los mayor-
domos de Dios son infieles. En el mundo que profesa ser cristiano
se gasta en extravagante ostentación lo suficiente para suplir las
necesidades de todos los hambrientos y vestir a todos los desnudos.
Muchos de los que han tomado sobre sí el nombre de Cristo están
gastando su dinero en placeres egoístas, en la satisfacción de los
apetitos carnales, en bebidas alcohólicas y manjares suculentos, en
casas, ropas y muebles lujosos, mientras que dedican apenas una
mirada de compasión y una palabra de simpatía a los dolientes.
¡Cuánta miseria existe en el corazón mismo de nuestros países
llamados cristianos! Pensemos en la condición de los pobres en
nuestras grandes ciudades. Hay allí multitudes de seres humanos que
no reciben siquiera el cuidado o la consideración que se otorga a las
bestias. Hay miles de niños miserables, haraposos y hambrientos, con
el vicio y la degradación escritos en el rostro. Hay familias hacinadas
en miserables tugurios, muchos de los cuales son sótanos oscuros
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que chorrean humedad y suciedad. Nacen niños en aquellos terribles
lugares. Los niños y los jóvenes no contemplan nada atrayente,
ni perciben una vislumbre de las hermosas cosas naturales que
Dios creó para deleitar los sentidos. Se deja a estos niños criarse y
amoldar su carácter por preceptos viles, por la miseria y los malos
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