Nuestra responsabilidad hacia los ciegos
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dicados, será culpable de pecado mientras no haga todo lo posible
para que lo errado se corrija.—
Testimonies for the Church 3:520
.
El punto de vista de la misericordia
—Ojalá todos podamos
ver como Dios ve. Ojalá todos se den cuenta de cómo Dios contem-
pla a aquellos hombres que profesan ser seguidores de Cristo, que
tienen la bendición de la vista y la ventaja de los sentidos en su favor,
y que todavía envidian la pequeña prosperidad que alegra al pobre
ciego y que podría beneficiarlos a ellos incrementando el acopio de
sus medios con la desventaja para sus afligidos hermanos. Esto es
considerado por Dios como el egoísmo y robo más criminales, y es
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un pecado con agravante, el cual seguramente Dios castigará. Dios
nunca olvida. Dios no ve estas cosas con ojos humanos y con el
juicio humano frío e insensible. El ve las cosas no desde el punto de
vista mundanal, sino desde el punto de vista de la misericordia, la
piedad y el infinito amor.—
Ibid. 514, 515
.
A menudo los ciegos son maltratados
—A aquellos que osen
tratar sin misericordia, Dios los tratará como ellos lo han hecho con
los que les imploraron ayuda. He sido instruida de que a menudo los
ciegos han sido tratados en forma despiadada.
La verdadera simpatía entre un hombre y sus semejantes debe ser
el signo distintivo de aquellos que aman y temen a Dios a diferencia
de los que no tienen en cuenta su ley.—
Manuscrito 117, 1903
.
Cumplid con vuestra responsabilidad hacia los infortuna-
dos
—Es extraño que hombres que profesan ser cristianos descuiden
el plan, positivamente enseñado en la Palabra de Dios y que no
sientan ningún cargo de conciencia. Dios puso sobre ellos la res-
ponsabilidad de velar por los desventurados, los ciegos, los lisiados,
las viudas y los huérfanos; pero muchos no hacen esfuerzos para
cumplirla. Para salvar a los tales, Dios muchas veces los pone bajo
la vara de la aflicción y los coloca en posición similar a la que ocu-
paban las personas que tenían necesidad de su ayuda y simpatía que
no recibieron de sus manos.—
Testimonies for the Church 3:517
.
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