Página 196 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
dades y está pronto para darnos fuerza, para que cobremos ánimo en
la aflicción y que resistamos las tentaciones de Satanás, si echamos
nuestra carga sobre él.
Angeles guardan a los ciegos
—Dios manda ángeles para mi-
nistrar a los que están ciegos físicamente. Angeles guardan sus pasos
y los libran de mil peligros que, aunque desconocidos para ellos,
acechan su sendero.
Servicio Cristiano Eficaz, 266
. Pero el Espíritu
de Dios no los asiste, a menos que abriguen un espíritu de bondad
y que procuren con diligencia tener control sobre sus naturalezas y
poner sus pasiones y capacidades bajo la sumisión de Dios. Deben
cultivar un espíritu de amor y controlar sus palabras y acciones.
Me ha sido mostrado que Dios requiere que su pueblo sea mucho
más compasivo y considerado con los infortunados de lo que es. “La
religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es ésta: visitar los
huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha
de este mundo”. Aquí se define la religión genuina. Dios requiere
que la misma consideración que se debiera tener con las viudas y
los huérfanos sea dispensada a los ciegos y a los que sufren de otras
dolencias físicas. Una benevolencia desinteresada es muy rara en
esta época en el mundo.—
Testimonies for the Church 3:516
.
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Guardianes de los desafortunados
—Si existen en la iglesia
personas que hacen tropezar a un ciego, deben ser juzgadas, porque
Dios las ha hecho guardianas de los ciegos, los afligidos, las viudas
y los huérfanos. La piedra de tropiezo de la cual habla la Palabra de
Dios no se refiere a un trozo de madera colocado ante los pies del
ciego para hacerlo tropezar, sino que abarca mucho más que esto.
Implica cualquier conducta que pueda seguirse para perjudicar la
influencia de un hermano ciego, para obrar contra sus intereses, u
obstaculizar su prosperidad.—
Servicio Cristiano Eficaz, 266
.
Un hermano que es ciego y pobre y está enfermo y hace todo
lo posible para ayudarse a sí mismo a fin de no depender de otros,
debería ser alentado por sus hermanos en toda forma posible. Pero
aquellos que profesan ser sus hermanos, que tienen el uso de todas
sus facultades, que no dependen de otros, han olvidado hasta tal pun-
to su deber hacia los ciegos que confunden, angustian y entorpecen
su camino; están realizando un trabajo que requiere arrepentimiento
y restauración antes que Dios acepte sus oraciones. Y la iglesia de
Dios, que ha permitido que esos infortunados hermanos sean perju-