Página 20 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
Para fomentar el amor y la misericordia
—En la providen-
cia de Dios los hechos han sido así ordenados para que los pobres
estén siempre con nosotros, con el propósito de que pueda haber
un constante ejercicio en el corazón humano de los atributos de la
misericordia y el amor. El hombre ha de cultivar la ternura y la com-
pasión de Cristo; no ha de separarse de los dolientes, los afligidos,
los necesitados y los angustiados.—
The Signs of the Times, 13 de
junio de 1892
.
Para desarrollar en el hombre un carácter semejante al de
Dios
—Aunque el mundo necesita simpatía, aunque necesita las ora-
ciones y la ayuda de Dios, aunque necesita ver a Cristo en la vida de
los que le siguen, los hijos de Dios necesitan igualmente oportuni-
dades que atraigan sus simpatías, den eficiencia a sus oraciones y
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desarrollen en ellos un carácter semejante al modelo divino.
Para proveer estas oportunidades, Dios colocó entre nosotros a
los pobres, los infortunados, los enfermos y los dolientes. Son el
legado de Cristo a su iglesia, y han de ser cuidados como él los
cuidaría. De esta manera, Dios elimina la escoria y purifica el oro,
dándonos la cultura del corazón y el carácter que necesitamos.
El Señor podría llevar a cabo su obra sin nuestra cooperación.
No depende de nosotros por nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestro
trabajo. Pero la iglesia es muy preciosa a su vista. Es el estuche que
contiene sus joyas, el aprisco que encierra su rebaño, y él anhela
verla sin mancha, tacha ni cosa semejante. El siente por ella anhelos
de amor indecible. Esta es la razón por la cual nos ha dado oportuni-
dades de trabajar para él y acepta nuestras labores como prueba de
nuestro amor y lealtad.—
Joyas de los Testimonios 2:499
.
Para que comprendamos la misericordia de Dios
—El pobre,
tanto como el rico, son el objeto del especial cuidado y de la atención
de Dios. Sáquese la pobreza y no tendremos cómo comprender
la misericordia y el amor de Dios, no habrá forma de conocer la
compasión y la simpatía del Padre celestial.—
Carta 83, 1902
.
Dios nos da para que podamos dar a otros
—Dios nos impar-
te su bendición para que podamos impartirla a otros. Cuando le
pedimos nuestro pan cotidiano, él mira nuestro corazón para ver si
queremos compartirlo con los que lo necesitan más que nosotros.
Cuando oramos: “Dios, sé propicio a mí pecador”, quiere ver si
manifestaremos compasión hacia aquellos con quienes tratamos.