Capítulo 31—El trabajo en favor de los
desheredados
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“Recibid a los unos en piedad, discerniendo: mas haced salvos a
los otros por temor, arrebatándolos del fuego; aborreciendo aun la
ropa que es contaminada de la carne”.
Judas 22, 23
.
La invitación evangélica para todas las clases
—Cristo ilustró
las bendiciones espirituales del Evangelio con un festín de orden
material, la invitación a la cena. Expone la maravillosa condescen-
dencia de Dios en la ferviente invitación del señor al festín a todos
los que quisieran venir. También se presenta el especial llamado del
Evangelio que es dado cerca de la terminación de la historia de esta
tierra.
La invitación fué primero por los caminos, convidando a todos a
asistir a la cena de las bodas del Cordero. Este mensaje dado a un
pueblo tan grandemente favorecido, fué rechazado.
El siguiente llamado se hizo a la clase pobre: los indigentes,
los cojos, los mancos, los ciegos. Ellos no estaban absorbidos por
ambiciosos proyectos. Si aceptaban la invitación vendrían. Este
mensaje fué dado y los siervos trajeron el informe: “Señor, hecho es
como mandaste, y aún hay lugar”.
Entonces el señor dijo a su siervo: “Ve por los caminos y por
los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”.—
Manuscrito 81, 1899
.
“Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar—nos
manda Cristo—, para que se llene mi casa”. En obediencia a esta
palabra hemos de buscar a los paganos que están cerca de nosotros,
y a los que están lejos. Los “publicanos y las rameras” han de oír la
invitación del Salvador. Mediante la bondad y la longanimidad de
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sus mensajeros, la invitación es un poder compulsor para levantar a
los que están sumidos en las últimas profundidades del pecado.—
El
Ministerio de Curación, 121, 122
.
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