Página 220 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 35—Dejar que los torrentes de la caridad
corran a raudales
Seamos dispensadores de los bienes de Dios
—Dios ha colo-
cado propiedades en las manos de los hombres a fin de que aprendan
a ser misericordiosos, para que sean los dispensadores de sus bienes
para aliviar los sufrimientos de las criaturas caídas de Dios.—
The
Signs of the Times, 20 de junio de 1892
.
Mantengamos el corazón tierno y lleno de simpatía
—Los
actos de generosidad y benevolencia fueron dispuestos por Dios
para mantener el corazón de los hijos de los hombres tierno y lleno
de simpatía, y para despertar en ellos interés y afecto mutuos a
imitación del Maestro, el que por nosotros se hizo pobre, para que
pudiéramos ser ricos por su pobreza.—
Testimonies for the Church
3:547
.
Los torrentes de caridad han de mantenerse fluyendo
—Los
pequeños torrentes de caridad siempre deben mantenerse fluyendo
a la tesorería. La providencia de Dios está mucho más allá que
nuestra liberalidad y marcha mucho más rápidamente.—
Manuscrito
26, 1891
.
Un incesante fluir de dádivas
—El dinero que Dios ha confiado
a los hombres ha de usarse en bendecir a la humanidad, en aliviar las
necesidades de los dolientes y necesitados. Los hombres no deben
sentir que han hecho algo muy maravilloso cuando han dado grandes
dádivas a ciertas instituciones o iglesias. En la sabia providencia de
Dios, continuamente son presentados delante de ellos precisamente
los que necesitan su ayuda. Han de aliviar a los que sufren, vestir a
los desnudos y ayudar a muchos que están en circunstancias duras y
penosas, que luchan con toda su energía para mantenerse y para que
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su familia no vaya a un asilo de caridad.—
The Review and Herald,
4 de enero de 1898
.
Pedimos para otros
—Al orar: “Danos hoy nuestro pan coti-
diano”, pedimos para los demás tanto como para nosotros mismos.
Reconocemos que lo que Dios nos da no es para nosotros solos. Dios
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