Página 25 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 2—La compasión de Cristo hacia el
sufrimiento humano
Cristo mismo sufre con la humanidad doliente
—Cristo iden-
tifica su interés con el de la doliente humanidad. Condenó a su
propia nación por su equivocado comportamiento con sus prójimos.
El descuido o el abuso de los más débiles, de los creyentes más
descarriados, él [Jesús] lo menciona como hecho a sí mismo. Los
favores prodigados a ellos, los considera como conferidos a sí mis-
mo. No nos ha dejado en tinieblas respecto a nuestro deber, sino a
menudo repite las mismas lecciones mediante diferentes ilustracio-
nes y bajo diversos aspectos. Lleva a los actores adelante hasta el
último gran día y declara que el trato dado al más pequeño de sus
hermanos es alabado o condenado como si hubiera sido hecho a él
mismo. Dice: “A mí lo hicisteis” o “ni a mí lo hicisteis”.
El es nuestro sustituto y garantía. El se pone en lugar de la hu-
manidad, de modo que él mismo es afectado en la medida en que
el más débil de sus seguidores es afectado. Tal es la compasión de
Cristo que nunca se permite a sí mismo ser un espectador indife-
rente de cualquier sufrimiento ocasionado a sus hijos. Ni la más
leve herida puede ser hecha de palabra, intención o hecho que no
toque el corazón de Aquel que dió su vida por la humanidad caída.
Recordemos que Cristo es el gran corazón del cual fluye la sangre de
vida hacia cada órgano del cuerpo. El es la cabeza, desde la cual se
extiende cada nervio hacia el más diminuto y más remoto miembro
del cuerpo. Cuando sufre un miembro de este cuerpo, con el cual
Cristo está tan misteriosamente conectado, la vibración del dolor es
sentida por nuestro Salvador.
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¿Despertará la iglesia? ¿Sus miembros alcanzarán la simpatía de
Cristo, de manera que tengan su misma compasión hacia las ovejas
y corderos de su redil? Por ellos la Majestad del cielo se humilló
a sí misma; por ellos, él vino a un mundo agostado y estropeado
con la maldición; se esforzó día y noche para enseñar, para elevar
y dar eterno gozo a los ingratos y desobedientes. Por ellos él se
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