Página 253 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Bendiciones que retornan
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trabajar como quien tiene mucha cuenta que rendir.—
Ibid. 11 de
noviembre de 1902
.
[325]
Nuestro destino está en juego
—Es la obra que hacemos o que
no realizamos la que decidirá con tremendo poder nuestras vidas y
destino. Dios requiere de nosotros que aprovechemos cada oportuni-
dad que se nos ofrece de ser útiles. El descuidar esto es peligroso
para nuestro crecimiento espiritual.—
Testimonies for the Church
3:540
.
El que vive para complacerse a sí mismo no es cristiano
“¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes
metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te es-
condas de tu carne?” ¡Cuánto de esto no ha sido hecho! ¡Cuántos han
cerrado sus ojos y clausurado la puerta de su corazón para que una
enternecedora influencia no los moviera a realizar obras de bondad
y caridad! La obra de Cristo nunca cesa. Su tierno amor y bondad
son inextinguibles; su misericordia se extiende sobre todos los hijos
de los hombres. El Señor Jesús quiere que seamos bendecidos al
ayudar a sus necesitados y dolientes. El ha hecho de los hombres
sus asociados. “Somos colaboradores juntamente con Dios”. ¿Acaso
Cristo no ha enseñado claramente, con el precepto y el ejemplo,
lo que debemos hacer? Debemos trabajar imbuidos de su Espíritu,
cuando miramos a la cruz, listos si él nos necesita a dejar todo por
su amor. El que vive para complacerse a sí mismo no es cristiano.
No ha nacido de nuevo en Cristo Jesús.
El cristiano siente que no hay nada en el universo que tenga
derecho sobre él como Jesús lo tiene. El es una posesión adquirida,
comprada al costoso precio de la sangre del Cordero. Debe consa-
grarse sin reservas a Cristo: sus pensamientos, sus palabras y todas
sus obras deben estar sujetas a la voluntad de Cristo.—
The Medical
Missionary, junio de 1891
.
Contentamiento aquí y eterna recompensa después
—A fin
de ser felices, debemos luchar por alcanzar aquel carácter que Cristo
[326]
manifestó. Una notable peculiaridad de Cristo era su abnegación y
benevolencia. El no vino a buscar lo suyo. Anduvo haciendo bien,
y esto era su comida y bebida. Siguiendo el ejemplo del Salvador,
podemos estar en santa comunión con él; y tratando diariamente
de imitar su carácter y seguir su ejemplo, seremos una bendición