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El Ministerio de la Bondad
de la gracia se derramaran sobre un pueblo que no lleva el yugo de
Cristo, que no soporta sus cargas, que no se niega a sí mismo, que
no sostiene la cruz de Cristo. A causa de su pereza son un estorbo
para los que deberían ir adelante con la obra si ellos no bloquearan
el camino.—
The Review and Herald, 21 de julio de 1896
.
Llegad a ser un manantial vivo de buenas obras
—Si Dios
y Cristo y los ángeles se regocijan cuando tan sólo un pecador se
arrepiente y se vuelve obediente a Cristo, ¿no debería el hombre
estar imbuido por este mismo espíritu y trabajar ahora y para la
eternidad con perseverantes esfuerzos para salvar, no solamente su
propia alma, sino las almas de otros? Si trabajáis en ese sentido con
el corazón pleno de interés como seguidores de Cristo, realizando
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cada tarea, aprovechando cada oportunidad, vuestra propia alma será
gradualmente establecida dentro del molde de un perfecto cristiano.
El corazón no puede quedar marchito e insensible. La vida espiritual
no será empequeñecida. El corazón brillará con la impresión de
la imagen divina, porque estará en íntima armonía con Dios. Toda
la vida abundará con una alegre disposición canalizada en amor y
compasión hacia la humanidad. El yo será olvidado y las sendas
serán establecidas en Dios. Al saciar a otros sus propias almas serán
saciadas. Las corrientes que fluyan a través de sus almas serán
de un manantial vivo y llegarán hasta otros en buenas obras, con
esfuerzos desinteresados y diligentes por su salvación. Para ser un
árbol fructífero, el alma debe depender para su sostén y nutrición de
la Fuente de Vida y debe estar en armonía con el Creador.—
Ibid. 2
de enero de 1879
.
La razón para la aridez
—Ninguna de nuestras iglesias necesi-
ta ser árida y estéril. Pero algunos de nuestros hermanos y hermanas
están en peligro de morir de hambre espiritual aun cuando estén
constantemente oyendo la verdad presentada por nuestros pasto-
res, porque ellos descuidan impartir lo que reciben. Dios requiere
que cada uno de sus mayordomos use sus talentos que se le han
confiado. El nos otorga ricos dones para que podamos otorgarlos
generosamente a otros. Mantiene el corazón lleno con la luz de su
presencia para que podamos revelar a Cristo a nuestros semejantes.
¿Cómo pueden esperar que Dios continúe supliendo sus necesidades
aquellos que mantienen sus manos retraídas en el ocio, satisfechos
de no hacer nada? Los miembros de todas nuestras iglesias deberían