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El Ministerio de la Bondad
nuestros hermanos aquella obra por la cual los que están en cada
iglesia debieran sentir una responsabilidad.
Mientras estuve en Australia, llevé a cabo esta misma clase de
obra, teniendo en mi hogar niños huérfanos, que estaban en peligro
de quedar expuestos a las tentaciones, que podrían haber ocasionado
la pérdida de su alma.—
The Review and Herald, 26 de julio de 1906
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Elena G. de White en la obra práctica de la sociedad de
beneficencia dorcas
(Apuntes del Diario de Elena de White de 1859)
Domingo, 2 de enero.
La hermana Augusta Bognes fué enviada
para ayudarme en la preparación de otro viaje. Hizo un saco para
Edson. El nos acompañará. Tratamos de consolar a Augusta. Está
abatida y desanimada, mala salud y nadie a quien recurrir. Ha de-
puesto su armadura y el escudo de la fe. Quiera el Señor fortalecer
las manos débiles y confirmar las rodillas paralizadas. Di a la her-
mana Irving una capa abrigada y vestido y unas pocas otras cosas
para que se las reforme para ella.
Lunes, 3 de enero.
Fuí a la oficina. Invité al hermano Loughbo-
rough y a mi hermana. Escribí siete páginas al doctor Naramores,
entonces almorcé con mi hermana. Tuve una buena entrevista con
mi padre y mi madre. Fuí a la oficina después del almuerzo y escribí
cuatro páginas a la familia del hermano Orton. También escribí cua-
tro páginas a la familia del hermano Howland y escribí a la hermana
Ashley y a la familia del hermano Collin. Pagué $ 1.00 a la viuda
Cranson por hacer un par de camisas. Pagué a la hermana Bognes $
1.00 por hacer un saco. No estaba dispuesta a recibirlo, pero sentí
que era mi deber entregárselo. Ella es pobre y enfermiza. Quiera
el Señor compadecerse de ella y cuidarla. Jesús dijo: “A los pobres
siempre tenéis con vosotros”. Líbrenos el Señor del egoísmo y nos
ayude a cuidar de las necesidades de otros y aliviarlas.
estaba llena con viudas y sus hijos, amigos pobres, hermanos pobres en el ministerio y
aquellos que necesitaban un hogar. Su corazón y su billetera siempre estaban abiertos y
él estaba listo para ayudar a los necesitados. Ciertamente, daba un nobilísimo ejemplo a
nuestra denominación con la bondad de su corazón y la liberalidad de su espíritu”.
The
Medical Missionary, 1 de febrero de 1894
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