Página 38 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o
en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá, diciendo: De
cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos,
ni a mí lo hicisteis. E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la
vida eterna”.
Mateo 25:41-46
.
Jesús aquí se identifica con su pueblo que sufre. Fuí yo el que
estuve hambriento y sediento. Fuí yo el que fuí huésped. Fuí yo
el que estuve desnudo. Fuí yo el que estuve enfermo. Fuí yo el
que estuve en prisión. Cuando disfrutabais del abundante alimento
que estaba en vuestras mesas, yo padecía hambre en la choza o en
la calle, no lejos de vosotros. Cuando cerrasteis vuestras puertas
contra mí, mientras estaban desocupadas vuestras bien amuebladas
habitaciones, yo no tenía dónde hacer reposar mi cabeza. Vuestros
guardarropas estaban llenos con una abundante cantidad de mudas
de ropa, en las cuales se habían malgastado innecesariamente los
recursos, que podríais haber dado a los necesitados. Yo estaba des-
provisto de ropa adecuada. Cuando disfrutabais de salud, yo estaba
enfermo. La desgracia me arrojó en la cárcel y me aherrojó con
grillos, deprimiendo mi espíritu, privándome de la libertad y la espe-
ranza, mientras vosotros os movíais libremente. ¡Cómo se identifica
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aquí Jesús mismo con sus discípulos sufrientes! Se pone en lugar de
ellos. Se identifica como si él hubiera sido en persona el doliente.
Notad, cristianos egoístas: cada descuido del pobre necesitado, del
huérfano, del que no tiene padre, es un descuido de Jesús en persona.
Conozco a personas que hacen gran profesión de piedad, cuyos
corazones están tan enfrascados en el amor al yo y el egoísmo, que no
pueden apreciar lo que estoy escribiendo. Toda su vida han pensado
y vivido únicamente para el yo. No entra en sus cálculos el hacer
un sacrificio para el bien de otros, el perjudicarse por favorecer a
otros. No tienen la menor idea de que Dios requiere esto de ellos.
El yo es su ídolo. Las preciosas semanas, meses y años pasan a la
eternidad, pero no tienen un registro en el cielo de actos de bondad,
de sacrificios para el bien de otros, de alimentar al hambriento, vestir
al desnudo, o amparar al forastero. No es agradable hospedar a
forasteros al azar. Si supieran que son dignos todos los que buscan
compartir sus bienes, entonces podrían sentirse inducidos a hacer