La parábola del buen Samaritano
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Pero habían olvidado los principios de la ley que Cristo, oculto desde
la columna de la nube, había dado a sus padres cuando él los guiaba
a través del desierto. ...
¿Quién es mi prójimo? Esta es una pregunta que todas nuestras
iglesias necesitan comprender. Si el sacerdote y el levita hubieran
leído de una manera inteligente el código hebreo, su actitud hacia el
hombre herido habría sido muy diferente.—
Manuscrito 117, 1903
.
Condiciones para heredar la vida eterna
—Las condiciones
para heredar la vida eterna son claramente establecidas por nuestro
Salvador de la manera más simple. El hombre que estaba herido
y despojado representa a los que son el objeto de nuestro interés,
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simpatía y caridad. Si descuidamos los casos de los necesitados
e infortunados que nos son dados a conocer, no importa quiénes
puedan ser, no tenemos seguridad de la vida eterna, ya que no he-
mos contestado las demandas que Dios ha puesto sobre nosotros.
No nos compadecemos ni apiadamos de la humanidad porque ellos
sean parientes o amigos nuestros. Seréis hallados transgresores del
segundo gran mandamiento, del cual dependen los otros seis últi-
mos mandamientos [del Decálogo]. Cualquiera que ofendiere en un
punto, es culpado de todos. Aquellos que no abren sus corazones a
las necesidades y sufrimientos de la humanidad, no abrirán sus cora-
zones a las demandas de Dios que están establecidas en los primeros
cuatro preceptos del Decálogo. Los ídolos reclaman el corazón y los
afectos, y Dios no es honrado y no reina supremo.—
Testimonies for
the Church 3:524
.
Vuestra oportunidad y la mía
—Hoy día Dios da a los hombres
la oportunidad de mostrar si aman a sus prójimos. El que verdade-
ramente ama a Dios y a su prójimo es aquel que manifiesta miseri-
cordia hacia los desheredados, los dolientes, los heridos, los que se
están muriendo. Dios insta a cada hombre a empeñarse en realizar la
obra que ha descuidado, a que restaure la imagen moral del Creador
en la humanidad.—
Carta 113, 1901
.
Cómo podemos amar a nuestros prójimos como a nosotros
mismos
—Podremos amar a nuestros prójimos como a nosotros
mismos solamente cuando amemos a Dios por sobre todo. El amor de
Dios traerá frutos de amor hacia nuestros prójimos. Muchos piensan
que es imposible amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos,
pero únicamente ése es el fruto genuino del cristianismo. Amar a