Página 44 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
ley de Dios. Dios llevó al sacerdote por ese camino con el propósito
de que con sus propios ojos pudiera ver un caso que necesitaba
misericordia y ayuda; pero el sacerdote, aunque desempeñaba un
santo oficio, cuya obra era impartir misericordia y hacer lo bueno,
se hizo a un lado. Su carácter quedó expuesto en su verdadera
naturaleza delante de los ángeles de Dios. Como ostentación él
podía hacer largas oraciones, pero no podía guardar los principios
de la ley, al amar a Dios con todo su corazón y a su prójimo como a
sí mismo. El levita era de la misma tribu que la herida y golpeada
víctima. Todo el cielo miró cuando el levita pasaba por el camino,
para ver si su corazón podía ser tocado por la humana aflicción.
Cuando contempló al hombre quedó convencido de lo que debía
hacer; pero como no era un deber agradable, deseó no haber pasado
por ese camino, para no haber necesitado ver al hombre herido y
golpeado, desnudo y agonizante y necesitado de la ayuda de sus
semejantes. El siguió de largo, persuadiéndose a sí mismo de que
eso no le incumbía y que no necesitaba preocuparse por el caso.
Pretendiendo ser un expositor de la ley, un ministro de las cosas
sagradas, sin embargo, se fué por el otro lado.
Oculto en la columna de la nube, el Señor Jesús había dado di-
rección especial en cuanto a la ejecución de los actos de misericordia
hacia el hombre y la bestia. Al paso que la ley de Dios requiere su-
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premo amor a Dios y desinteresado amor para nuestros semejantes,
sus requerimientos más abarcantes también atañen a los animales
que no pueden expresar con palabras sus necesidades y sufrimientos.
“No verás el asno de tu hermano, o su buey, caídos en el camino, y te
esconderás de ellos: con él has de procurar levantarlos”. El que ama
a Dios no solamente amará a sus prójimos sino que mirará con tierna
compasión a las criaturas que Dios ha hecho. Cuando el Espíritu de
Dios está en el hombre él lo dirige para que alivie a toda criatura
que sufre.—
The Review and Herald, 1 de enero de 1895
.
Fueron olvidados los principios de la ley de Dios
—El sacer-
dote y el levita no tenían excusa para su indiferente frialdad de
corazón. La ley de misericordia y bondad estaba claramente esta-
blecida en las escrituras del Antiguo Testamento. Precisamente, les
incumbía atender casos como el de aquel que ellos fríamente habían
pasado por alto. Si ellos hubieran obedecido la ley que pretendían
respetar, no habrían pasado por alto al hombre sin prestarle su ayuda.