Página 58 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 8—Las sociedades de beneficencia dorcas.
su obra y su influencia
Devuelta a la vida para continuar su obra
—En el curso de su
ministerio, el apóstol Pedro visitó a los creyentes en Lida. Allí sanó
a Eneas, que durante ocho años había estado postrado en cama con
parálisis. “Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y
hazte tu cama. Y luego se levantó. Y viéronle todos los que habitaban
en Lida y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor”.
En Jope, ciudad que estaba cercana a Lida, vivía una mujer
llamada Dorcas, cuyas buenas obras le habían conquistado extenso
afecto. Era una digna discípula de Jesús, y su vida estaba llena de
actos de bondad. Ella sabía quiénes necesitaban ropas abrigadas y
quiénes simpatía, y servía generosamente a los pobres y afligidos.
Sus hábiles dedos estaban más atareados que su lengua.
“Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió”. La igle-
sia de Jope sintió su pérdida; y oyendo que Pedro estaba en Lida,
los creyentes le mandaron mensajeros “rogándole: no te detengas en
venir hasta nosotros. Pedro entonces levantándose, fué con ellos: y
llegado que hubo, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las
viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas
hacía cuando estaba con ellas”. A juzgar por la vida de servicio que
Dorcas había vivido, no es extraño que llorasen, y que sus cálidas
lágrimas cayesen sobre el cuerpo inanimado.
El corazón del apóstol fué movido a simpatía al ver su tristeza.
Luego, ordenando que los llorosos deudos salieran de la pieza, se
arrodilló y oró fervientemente a Dios para que devolviese la vida y
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la salud a Dorcas. Volviéndose hacia el cuerpo dijo: “Tabita, leván-
tate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, incorporóse”. Dorcas
había prestado grandes servicios a la iglesia, y a Dios le pareció
bueno traerla de vuelta del país del enemigo, para que su habilidad
y energía siguieran beneficiando a otros y también para que por esta
manifestación de su poder, la causa de Cristo fuese fortalecida.—
Los
Hechos de los Apóstoles, 107, 108
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