Página 65 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Diferentes formas de dar el evangelio a los vecinos
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esta obra, tenemos una oportunidad favorable para presentar a Cristo
el crucificado.—
Joyas de los Testimonios 2:514
.
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Los sermones no lo pueden hacer
—Allegaos a la gente donde-
quiera que se halle, por medio de la obra personal. Relacionaos con
ella. Esta obra no puede verificarse por apoderado. El dinero presta-
do o dado no puede hacerla, como tampoco los sermones predicados
desde el púlpito.—
Obreros Evangélicos, 196
.
El canto en la obra misionera
—Hay poder en el ministerio del
canto. Los alumnos que hayan aprendido a cantar los dulces himnos
evangélicos melodiosa y claramente, pueden hacer mucho bien como
evangelistas cantores. Hallarán muchas oportunidades para usar el
talento que Dios les ha dado de llevar melodía y luz del sol a muchos
lugares solitarios, oscurecidos por el dolor y la aflicción, al cantar a
aquellos que rara vez tienen privilegios de iglesia.
Alumnos, id a los caminos y a los vallados. Esforzaos por llegar
hasta los encumbrados tanto como a los humildes. Entrad en los
hogares de ricos y pobres, y cuando se os presente la oportunidad,
preguntad: “¿Le gustaría que cantáramos algunos himnos evangé-
licos?” Entonces, cuando los corazones se enternezcan, el camino
podría abrirse para que se eleven cortas oraciones pidiendo la bendi-
ción de Dios. Muy pocos rehusarán escuchar. Este tipo de obra es
una genuina actividad misionera.—
Counsels to Parents, Teachers,
and Students, 547, 548
.
Un amplio campo de obra práctica
—Hay un amplio campo de
trabajo tanto para las hermanas como para los hombres. Se necesita
la ayuda de todos: de la cocinera eficiente, la costurera, la enfermera.
Enséñese en los hogares humildes la forma de cocinar, la forma de
coser la ropa y de remendarla, cómo atender a los enfermos, cómo
cuidar el hogar adecuadamente. Aun a los niños debiera enseñárseles
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a hacer algunos mandados de amor y misericordia para los menos
afortunados que ellos.
Otros tipos de utilidad se presentarán delante de los que estén
dispuestos para cumplir los deberes que están más cerca de ellos. No
se necesitan ahora eruditos y elocuentes predicadores, sino humildes
hombres y mujeres semejantes a Cristo.
Trabajad desinteresada, amante y pacientemente por todos con
quienes os relacionéis. No mostréis impaciencia. No profiráis ni una
palabra áspera. Haya el amor de Cristo en vuestro corazón, la ley de