Capítulo 14—En las pisadas del maestro
[121]
“Y los envió a que predicasen el reino de Dios, y que sanasen a los
enfermos”.
Lucas 9:2
.
El ejemplo de Cristo en la obra social
—Durante tres años los
discípulos tuvieron delante de ellos el maravilloso ejemplo de Cristo.
Día tras día caminaron y hablaron con él, oyendo sus palabras de
ánimo para los cansados y agobiados y viendo las manifestaciones
de su poder en beneficio de los enfermos y afligidos. Cuando le
llegó el tiempo de dejarlos, les dió poder para trabajar como él había
trabajado. Les otorgó su gracia, diciendo: “De gracia recibisteis, dad
de gracia”. Ellos tenían que ir por el mundo para diseminar la luz
de su Evangelio de amor y sanidad. La obra que él había realizado
ellos debían hacerla.
Y este es el trabajo que también nosotros debemos hacer en el
mundo. Debemos ministrar con simpatía y compasión a quienes
necesitan de ayuda, tratando de iluminar con fervor desinteresado el
dolor de la sufriente humanidad. Al ocuparnos en esta obra seremos
bendecidos grandemente. Su influencia es irresistible. Mediante
ella se ganan almas para el Redentor. La ejecución práctica de la
orden del Salvador demuestra el poder del Evangelio. Esta obra
requiere esfuerzo laborioso, pero lo recompensa, porque mediante
ella son salvadas almas que perecen. Mediante su influencia hombres
y mujeres de talento han de ser conducidos a la cruz de Cristo.
El hombre tiene un cuerpo como también un alma que salvar.
Ambos deben ser restaurados a la salud con los simples pero eficaces
métodos de Dios, los cuales apelan a la inteligencia de hombres y
mujeres. Mediante la fe en la verdad las almas son despertadas a la
[122]
necesidad de una preparación para los deberes de la vida. Cuando la
salud del cuerpo se restaura se emplean las facultades de la mente
para comprender las grandes verdades del Evangelio.—
Carta 152,
1901
.
94