Página 137 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Asistencia a los desvalidos sin trabajo ni hogar
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bondad. Quienes prestan semejante servicio irradian la luz de Cristo,
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para iluminar vidas entenebrecidas por muchas sombras.
Al asistir a los pobres en cosas temporales, tened siempre pre-
sentes sus necesidades espirituales. Atestigüe vuestra vida el poder
custodio del Salvador. Revele vuestro carácter el alto nivel que todos
pueden alcanzar. Enseñad el Evangelio en sencillas lecciones objeti-
vas. Sea todo lo que hagáis una lección acerca de como se forma el
carácter.
En el humilde círculo del trabajo, los muy débiles, los más obs-
curos, pueden obrar con Dios y tener el consuelo de su presencia
y su gracia sustentadora. No han de agobiarse por perplejidades y
cuidados inútiles. Trabajen de día en día, llevando fielmente a cabo
la tarea que la providencia de Dios les señala, y él cuidará de ellos,
pues dice:
“Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vues-
tros corazones y vuestros entendimientos en Cristo.”
Filipenses 4:6,
7
.
El cuidado del Señor se extiende a todas sus criaturas. El ama
a todos y no hace acepción de personas, si bien mira con la más
tierna compasión a los que llevan las cargas más pesadas de la
vida. Los hijos de Dios han de soportar pruebas y dificultades. Pero
deben aceptar su suerte con espíritu animoso, teniendo presente
que por todo aquello que el mundo les niega, Dios los resarcirá
colmándolos de sus más preciosos favores. Cuando nos encontramos
en situaciones difíciles, Dios manifiesta su poder y sabiduría en
respuesta a la humilde oración. Confiad en él, porque oye y atiende
las oraciones. Se manifestará a vosotros como Aquel que puede
asistir en cualquier emergencia. El que creó al hombre y le dió sus
maravillosas facultades físicas, mentales y espirituales, no le negará
lo necesario para sostener la vida que le dió. El que nos dió su
Palabra, hojas del árbol de la vida, no nos negará el conocimiento
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que necesitamos para alimentar a sus hijos menesterosos.
¿Cómo puede obtener sabiduría el que dirige el arado y condu-
ce los bueyes? Buscándola como plata y como tesoro escondido.
“Porque su Dios le instruye, y le enseña a juicio.” “También esto