Página 139 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El pobre desvalido
Hecho ya todo lo que puede hacerse para ayudar al pobre a
satisfacer sus necesidades, quedan aún las viudas y los huérfanos, los
ancianos, los desvalidos y los enfermos, quienes requieren también
simpatía y cuidados. No hay que desatenderlos jamás. Dios los
encomienda a la misericordia, al amor y al tierno cuidado de todos
los que él ha establecido por sus mayordomos.
La familia de la fe
“Así pues, según tengamos oportunidad, obremos lo que es bueno
para con todos, y mayormente para con los que son de la familia de
la fe.”
Gálatas 6:10 (VM)
.
En un sentido especial, Cristo ha confiado a su iglesia el deber
de atender a los miembros necesitados. Permite que sus pobres
se encuentren en el seno de cada iglesia. Siempre han de estar
con nosotros, y Cristo encarga a los miembros de la iglesia una
responsabilidad personal en lo que respecta a cuidar de ellos.
Así como los miembros de una familia fiel cuidan unos de otros,
atendiendo a los enfermos, soportando a los débiles, enseñando a
los que no saben, educando a los inexpertos, así también los de “la
familia de la fe” han de cuidar de sus necesitados y desvalidos. De
ninguna manera han de desentenderse de ellos.
Las viudas y los huérfanos son objeto especial del cuidado del
Señor.
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“Padre de huérfanos y defensor de viudas
es Dios en la morada de su santuario.”
Salmos 68:5
.
“Tu marido es tu Hacedor;
Jehová de los ejércitos es su nombre;
y tu redentor, el Santo de Israel;
Dios de toda la tierra será llamado.”
Isaías 54:5
.
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