Página 140 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

136
El Ministerio de Curacion
“Deja tus huérfanos, yo los criaré;
y en mí se confiarán tus viudas.”
Jeremías 49:11
.
Más de un padre, al tener que separarse de sus queridos, ha
podido morir tranquilo, confiando en las promesas de Dios, de que
él cuidaría de ellos. El Señor atiende a la viuda y a los huérfanos,
no mediante un milagro, como el envío del maná del cielo, ni por
cuervos que les lleven de comer; sino por medio de un milagro
realizado en corazones humanos, al desalojar de éstos el egoísmo
y abrir las fuentes del amor cristiano. A los afligidos e indigentes
los encomienda a sus discípulos como encargo precioso. Tienen el
mayor derecho a nuestra simpatía.
En las casas bien provistas de comodidades, en los graneros
llenos de las abundantes cosechas del campo, en los almacenes bien
surtidos de paño y tela, y en las arcas rellenas de oro y plata, Dios
suministró recursos para el sostén de estos necesitados. Nos invita a
que seamos canales de su munificencia.
Más de una madre viuda con huerfanitos bajo su responsabili-
dad lucha valerosamente para llevar su doble carga, muchas veces
trabajando más allá de sus fuerzas para retener consigo a sus hijos y
satisfacer sus necesidades. Poco tiempo le queda para instruirlos y
prepararlos, y pocas facilidades tiene para rodearlos de influencias
que iluminarían sus vidas. Necesita, por tanto, aliento, simpatía y
ayuda positiva.
Dios nos invita a suplir en lo posible la falta de padre impuesta a
estos niños. En vez de retraeros de ellos, lamentando sus defectos y
las molestias que pueden causar, ayudadles en todo lo que podáis.
[155]
Procurad aliviar a la madre agobiada. Aligeradle la carga.
Hay además un sinnúmero de niños privados por completo de
la dirección de sus padres y de la influencia suavizadora de un
hogar cristiano. Abran los cristianos sus corazones y sus casas para
recibir a estos desamparados. La tarea que Dios ha encomendado
a cada uno en particular no deben transferirla a una institución de
beneficencia ni abandonarla a la caridad mundana. Si los niños no
tienen parientes que puedan atenderlos, encárguense los miembros
de la iglesia de encontrarles casa que los reciba. El que nos hizo
dispuso que viviéramos asociados en familias, y la naturaleza del