Página 149 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Ministerio entre los ricos
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procedimiento diferente. Prescindió de complicados argumentos y
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discusiones teóricas, y con sencillez dirigió las miradas de hombres
y mujeres a Cristo, el Salvador de los pecadores. Escribiendo a los
Corintios acerca de su obra entre ellos, dijo:
“Así que, hermanos, cuando fuí a vosotros, no fuí con altivez de
palabra, o de sabiduría, a anunciaros el testimonio de Cristo. Porque
no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste
crucificado. ... Y ni mi palabra ni mi predicación fué con palabras
persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu
y de poder; para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de
hombres, mas en poder de Dios.”
1 Corintios 2:1-5
.
Y en su epístola a los romanos, dice:
“No me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios
para salud a todo aquel que cree; al Judío primeramente y también
al Griego.”
Romanos 1:16
.
Que aquellos que trabajan por las clases altas se porten con
verdadera dignidad, teniendo presente que tienen a ángeles por com-
pañeros. Embargue su mente y su corazón el “Escrito está.” Tengan
siempre colgadas en el aposento de su memoria las preciosas pala-
bras de Cristo. Hay que estimarlas más que el oro o la plata.
Cristo dijo que le era más fácil a un camello pasar por el ojo
de una aguja que al rico entrar en el reino de Dios. Mientras se
trabaje por los ricos se presentarán muchos motivos de desaliento,
se tropezarán con muchas revelaciones angustiosas. Pero todo es
posible con Dios. El puede y quiere obrar mediante agentes humanos
e influirá en el espíritu de quienes dedican su vida a ganar dinero.
Veránse realizar milagros de conversiones verdaderas, milagros
que hoy no se advierten. Los hombres más eminentes de la tierra no
son inaccesibles para el poder del Dios que obra maravillas. Si los
que colaboran con él cumplen su deber valiente y fielmente, Dios
convertirá a personas que desempeñan puestos de responsabilidad, a
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hombres de inteligencia e influencia. Mediante el poder del Espíritu
Santo, muchos serán inducidos a aceptar los principios divinos.
Cuando les conste bien claro que el Señor espera que ellos sean
sus representantes para aliviar a la humanidad doliente, muchos
responderán y contribuirán con sus recursos y su simpatía a mejorar
la suerte de los pobres. Al desprenderse así de sus intereses egoístas,
muchos se entregarán a Cristo. Con sus dotes de influencia y sus