Página 152 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
ni los que lo cuidan ni los miembros de la familia contraerán la
enfermedad.
Para asegurar al paciente las condiciones más favorables para
su restablecimiento, el cuarto que ocupe debe ser espacioso, claro
y alegre, con facilidades para ventilarse cabalmente. El cuarto que
en la casa reuna mejor estos requisitos es el que debe escogerse
para el enfermo. Muchas casas carecen de facilidades para la debida
ventilación, y resulta difícil conseguirla; pero hay que arreglárselas
de modo que día y noche fluya el aire puro por la habitación.
Deberes de los que atienden al enfermo
En cuanto sea posible, hay que conservar en el cuarto del en-
fermo una temperatura uniforme. Hay que consultar el termómetro.
Como los que cuidan al enfermo tienen muchas veces que velar
o despertarse de noche para atender al paciente, están expuestos a
sentir frío, y por tanto no son buenos jueces en asunto de temperatura
saludable.
Una parte importante del deber de la enfermera consiste en aten-
der a la alimentación del paciente. Este no debe sufrir o debilitarse
por falta de alimento, ni tampoco deben recargarse sus débiles fuer-
zas digestivas. Téngase cuidado especial de que la comida sea pre-
parada y servida de modo que resulte apetitosa. Debe, sin embargo,
ejercerse buen juicio para adaptarla a las necesidades del paciente,
tanto en lo que respecta a la cantidad como a la calidad. Durante
la convalencia, cuando el apetito se despierta antes que los órganos
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de la digestión se hayan fortalecido, es especialmente cuando los
errores en la dieta entrañan grave peligro.
Las enfermeras, y todos los que tienen que hacer en el cuarto del
enfermo, deben manifestarse animosos, tranquilos y serenos. Todo
apuro, toda agitación y toda confusión deben evitarse. Las puertas se
han de abrir y cerrar con cuidado, y toda la familia debe conservar
la calma. En casos de fiebre, se necesita especial cuidado cuando
llega la crisis y la fiebre está por disminuir. Entonces hay que velar
constantemente. La ignorancia, el olvido y la negligencia han causa-
do la muerte de muchos que hubieran vivido si hubiesen recibido el
debido cuidado por parte de enfermeras juiciosas y atentas.