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El Ministerio de Curacion
necesitados, ¿qué disculpa aducirán los que hoy malgastan tiempo y
dinero en culpables satisfacciones que Dios prohibió? ¿No les dirá
Cristo: “Tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me
disteis de beber; fuí ... desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la
cárcel, y no me visitasteis”?
Mateo 25:42, 43
.
Pero nuestra indumentaria, si bien modesta y sencilla, debe ser
de buena calidad, de colores decentes, y apropiada para el uso. Debe-
ríamos escogerla por su durabilidad más bien que para la ostentación.
Debe proporcionarnos abrigo y protección adecuada. La mujer pru-
dente descrita en los Proverbios “no tendrá temor de la nieve por
su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles.”
Proverbios 31:21
.
Nuestra ropa debe estar limpia. El desaseo en el vestir es contra-
rio a la salud y, por tanto, perjudicial para el cuerpo y el alma. “¿No
sabéis que sois templo de Dios? ... Si alguno violare el templo de
Dios, Dios destruirá al tal.”
1 Corintios 3:16, 17
.
En todos respectos debemos vestir conforme a la higiene. “Sobre
todas las cosas,” Dios quiere que tengamos salud tanto del cuerpo
como del alma. Debemos colaborar con Dios para asegurar esa salud.
En ambos sentidos nos beneficia la ropa saludable.
Esta debe tener la donosura, belleza y la idoneidad de la senci-
llez. Cristo nos previno contra el orgullo de la vida, pero no contra
su gracia y belleza natural. Dirige nuestra atención a las flores del
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campo, a los lirios de tan significativa pureza, y dice: “Ni aun Salo-
món con toda su gloria fué vestido así como uno de ellos.”
Mateo
6:29
. Por medio de las cosas de la naturaleza, Cristo nos enseña cuál
es la belleza que el cielo aprecia, la gracia modesta, la sencillez, la
pureza, la corrección que harán nuestro atavío agradable a Dios.
El vestido más hermoso es el que nos manda llevar como adorno
del alma. No hay atavío exterior que pueda compararse en valor y en
belleza con aquel “espíritu agradable y pacífico” que en su opinión
es “de grande estima.”
1 Pedro 3:4
.
Para quienes hacen de los principios del Salvador la guía de su
vida, ¡cuán preciosas son sus promesas!
“Y por el vestido, ¿por qué os congojáis? ... Y si la hierba del
campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así,
¿no hará mucho más a vosotros? ... No os congojéis pues, diciendo:
... ¿Con qué nos cubriremos? ... que vuestro Padre celestial sabe que