Página 28 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
Dios para transformar la vida. Hemos de distinguirnos del mundo
porque Dios imprimió su sello en nosotros y porque manifiesta en
nosotros su carácter de amor. Nuestro Redentor nos ampara con su
justicia.
“En su brazo cogerá los corderos”
Al escoger a hombres y mujeres para su servicio, Dios no pregun-
ta si tienen bienes terrenales, cultura o elocuencia. Su pregunta es:
¿Andan ellos en tal humildad que yo pueda enseñarles mi camino?
¿Puedo poner mis palabras en sus labios? ¿Me representarán a mí?
Dios puede emplear a cada cual en la medida en que pueda poner
su Espíritu en el templo del alma. Aceptará la obra que refleje su
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imagen. Sus discípulos han de llevar, como credenciales ante el
mundo, las indelebles características de sus principios inmortales.
Mientras Jesús desempeñaba su ministerio en las calles de las
ciudades, las madres con sus pequeñuelos enfermos o moribundos
en brazos, se abrían paso por entre la muchedumbre para ponerse al
alcance de la mirada de él.
Ved a estas madres, pálidas, cansadas, casi desesperadas, y no
obstante, resueltas y perseverantes. Con su carga de sufrimientos
buscan al Salvador. Cuando la agitada muchedumbre las empuja
hacia atrás, Cristo se abre paso poco a poco hasta llegar junto a ellas.
Brota la esperanza en sus corazones. Derraman lágrimas de gozo
cuando consiguen llamarle la atención y se fijan en los ojos que
expresan tanta compasión y tanto amor.
Dirigiéndose a una de las que formaban el grupo, el Salvador
alienta su confianza diciéndole: “¿Qué puedo hacer por ti?” Entre
sollozos ella le expone su gran necesidad: “Maestro, que sanes a mi
hijo.” Cristo toma al niño, y a su toque desvanécese la enfermedad.
Huye la mortal palidez; vuelve a fluir por las venas la corriente
de vida, y se fortalecen los músculos. La madre oye palabras de
consuelo y paz. Luego preséntase otro caso igualmente urgente. De
nuevo hace Cristo uso de su poder vivificador, y todos loan y honran
al que hace maravillas.
Hacemos mucho hincapié en la grandeza de la vida de Cristo.
Hablamos de las maravillas que realizó, de los milagros que hizo.