Página 289 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El verdadero conocimiento de Dios
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“Todo lo que quiso Jehová, ha hecho
en los cielos y en la tierra, en las mares y en todos los abis-
mos.”
“El mandó y fueron criadas.
Y las hizo ser para siempre por los siglos;
púsoles ley que no será quebrantada.”
Salmos 119:89-91; 135:6;
148:5, 6.
No es por medio de una fuerza inherente como año tras año
la tierra suministra sus dones y sigue su marcha alrededor del sol.
La mano del Infinito obra perpetuamente para guiar el planeta. El
poder de Dios, en constante ejercicio, hace que la tierra conserve su
posición en su rotación. Es Dios quien dispone que el sol salga y se
levante en los cielos. Es Dios quien abre las ventanas de los cielos y
da la lluvia.
“El da la nieve como lana,
derrama la escarcha como ceniza.”
“A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo,
y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra;
hace los relámpagos con la lluvia,
y saca el viento de sus depósitos.”
Salmos 147:16; Jeremías
10:13.
Por el poder de Dios medra la vegetación, despunta la hoja, se
abre la flor, cuaja y se desarrolla la fruta.
El mecanismo del cuerpo humano no puede ser comprendido por
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completo; presenta misterios que confunden a los más inteligentes.
No es por efecto de un mecanismo que, una vez puesto en movimien-
to, prosigue su acción, como late el pulso y una respiración sigue
a la otra. En Dios vivimos, nos movemos y somos. El corazón que
palpita, el pulso que late, cada nervio y músculo del organismo vivo
se mantienen en orden y actividad por el poder de un Dios siempre
presente.