Página 294 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que
han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una
cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Vers. 20, 21
.
La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la
personalidad de uno ni de otros. Son uno en propósito, en espíritu,
en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno.
Habiéndose humanado, Cristo vino al mundo para ser uno con
la humanidad, y al mismo tiempo revelar a nuestro Padre celestial a
los hombres pecadores. Aquel que había estado en la presencia del
Padre desde el principio, Aquel que era la imagen expresa del Dios
invisible, era el único capaz de revelar a la humanidad el carácter
de la Deidad. En todo fué hecho Cristo semejante a sus hermanos.
Fué hecho carne, como lo somos nosotros. Sintió el hambre, la sed
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y el cansancio. Fué reconfortado y sostenido por el alimento y el
sueño. Compartió la suerte de los hombres; y no obstante fué el
Hijo de Dios sin mancha. Fué extranjero y advenedizo en la tierra;
estuvo en el mundo, mas no fué del mundo; tentado y probado como
lo son hoy hombres y mujeres, llevó no obstante una vida libre
de pecado. Tierno, compasivo, lleno de simpatía, considerado para
con los demás, Cristo representó el carácter de Dios y se consagró
siempre al servicio de Dios y del hombre.
“Me ungió Jehová—dijo;—
hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,
a vendar a los quebrantados de corazón,
a publicar libertad a los cautivos.”
“Y a los ciegos vista.”
“A promulgar año de la buena voluntad de Jehová, ...
a consolar a todos los enlutados.”
Isaías 61:1; Lucas 4:18; Isaías
61:2.
“Amad a vuestros enemigos—nos dice,—bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que