Página 315 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Lo falso y lo verdadero en la educación
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ble. Contienen declaraciones y descripciones de estilo refinado que
excitan la imaginación y despiertan toda una serie de pensamientos
llenos de peligro, especialmente para la juventud. Las escenas en
ellas descritas se reproducen una y muchas veces en el pensamiento
del lector. Semejantes lecturas inutilizan la mente y la incapacitan
para el ejercicio espiritual. Destruyen el interés por la Biblia. Las
cosas del cielo ocupan entonces poco lugar en el pensamiento. Al
detenerse éste en las escenas de impureza descritas, despiértase la
pasión y el pecado es el resultado.
Aun las novelas que no contengan sugestiones impuras, o que
estén destinadas a enseñar excelentes principios, son perjudiciales.
Fomentan el hábito de la lectura rápida y superficial, sólo por el
interés de la intriga. Tienden así a destruir la facultad de pensar
con ilación y vigor; incapacitan al alma para examinar los grandes
problemas del deber y del destino.
Al fomentar el amor a la mera diversión, la lectura de las obras
de imaginación produce hastío de los deberes prácticos de la vida.
Con su poder excitante y embriagador, son no pocas veces una
causa de enfermedad mental y física. Más de un hogar miserable y
descuidado, más de un inválido para toda la vida, más de un demente,
llegaron a ser lo que son a causa de la lectura de novelas.
Los mitos y cuentos de hadas
Se insiste muchas veces en que para quitar a la juventud el
gusto por la literatura pasional o indigna, debe proporcionársele
una clase mejor de literatura de imaginación. Pero esto es como
intentar curar a un borracho dándole, en vez de aguardiente, bebidas
fermentadas más suaves, como vino, cerveza o sidra. El uso de
estas bebidas fomentaría continuamente la sed de estimulantes más
activos. La única seguridad para el borracho, y la única salvaguardia
para el hombre templado, es la abstinencia total. Para el aficionado
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a las novelas rige la misma regla. La abstinencia total es su única
seguridad.
En la educación de los niños y jóvenes, ocupan un sitio impor-
tante los cuentos de hadas, los mitos y las historias ficticias. En las
escuelas se usan libros de tal carácter, y se los encuentra en muchos
hogares. ¿Cómo pueden permitir los padres cristianos que sus hijos