Página 314 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
¿Qué llevan consigo los estudiantes al salir de la escuela? ¿Adón-
de van? ¿Qué van a hacer? ¿Tienen el caudal de conocimientos
necesario para enseñar a otros? ¿Han sido educados para ser buenos
padres y madres de familia? ¿Pueden ponerse a la cabeza de una
familia como maestros entendidos? La única educación digna de
este nombre es la que induce a los jóvenes y a las jóvenes a ser como
Cristo, la que los habilita para cargar con las responsabilidades de
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la vida y ser jefes de familia. Esta educación no se adquiere en el
estudio de los clásicos paganos.
Muchas de las publicaciones populares del día están plagadas de
episodios sensacionales y educan a la juventud en la perversidad, y
la llevan por la senda de la perdición. Niños de tierna edad son viejos
ya en el conocimiento del crimen. Los incitan al mal las narraciones
que leen. Realizan en la imaginación las hazañas descritas en su
lectura, hasta que llega a despertarse en ellos el ardiente deseo de
delinquir y evitar el castigo.
Para la inteligencia activa de niños y jóvenes, las escenas des-
critas en fantásticas revelaciones del porvenir son realidades. Al
predecirse revoluciones y describirse toda clase de procedimientos
encaminados a acabar con las vallas de la ley y del dominio de sí
mismo, muchos concluyen por adoptar el espíritu de estas represen-
taciones. Son inducidos a cometer crímenes aun peores, si ello es
posible, que los narrados tan vívidamente por los escritores. Con
tales influencias la sociedad está en vías de desmoralizarse. Las
semillas de la licencia son sembradas a manos llenas. Nadie de-
be sorprenderse de que de ello resulte tan abundante cosecha de
crímenes.
Apenas en menor grado que las obras ya mencionadas, son una
maldición para el lector las novelas y los cuentos frívolos y excitan-
tes. Puede ser que el autor quiera enseñar en su obra alguna lección
moral, y saturarla de sentimientos religiosos, pero muchas veces
éstos sólo sirven para velar las locuras e indignidades del fondo.
El mundo está inundado de libros llenos de errores seductores.
La juventud recibe como verdad lo que la Biblia denuncia como
falsedad, y le gusta con pasión el engaño que arruina al alma.
Ciertas obras de imaginación fueron escritas con el objeto de
enseñar la verdad o denunciar algún grave mal. Varias de estas obras
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han hecho algún bien. Sin embargo, han ocasionado un daño indeci-